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domingo, 24 de febrero de 2013

LA CEGUERA DE LA NIEVE

INVIERNO | Protección ocular 

La 'ceguera de la nieve' afecta a un 20% de los esquiadores Se recomiendan gafas con filtro UV como las de la esquiadora Sandrine Aubert. Alrededor de un 20% de las personas que practican actividades en la nieve sufren de oftalmia, conocida como ceguera de la nieve, aunque no se pierda la visión, según el Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de Murcia. Se trata de una inflamación de la conjuntiva del ojo (la membrana mucosa que cubre el blanco del ojo y la parte interior de los párpados) y de la córnea, que se debe a la exposición a la radiación ultravioleta. En el caso de la nieve, se presenta como una queratoconjuntivitis. 

Es una patología que afecta a las personas que practican el esquí, el alpinismo y demás deportes de nieve sin la debida protección ocular. Según la presidenta del Colegio, Ana Belén Almaida Planes, "los síntomas de la oftalmia de la nieve se perciben entre cuatro y seis horas después de haber realizado las actividades en el exterior". Los síntomas característicos son lagrimeo excesivo, enrojecimiento, inflamación de los párpados, fotosensibilidad, dolor de cabeza, sensación de cuerpo extraño y visión borrosa. Almaida insiste en que "lo importante siempre en estos casos es la prevención, para lo cual resulta imprescindible protegerse de la radiación ultravioleta utilizando gafas oscuras con filtro UV que cubran el ojo por completo". Hay que tener especial cuidado en la montaña con las radiaciones solares, porque en altitudes elevadas la capacidad de protección de la atmósfera es mucho menor que en las zonas bajas. 

Se estima que por cada 1.000 metros de altura el efecto dañino de la radiación solar sobre los ojos aumenta un 15%. La nieve refleja el 80% de los rayos ultravioletas, por lo que la sobreexposición ocular a esta luz puede producir la denominada oftalmia de la nieve o queratoconjuntivitis solar, lesiones en el cristalino (cataratas) y en la retina (maculopatías), cuya gravedad dependerá de la dosis de radiación ultravioleta acumulada a lo largo de la vida, al igual que ocurre con el cáncer de piel. Aunque muchas personas piensan que el invierno es la estación más húmeda del año por la mayor presencia de lluvia y nieve, hay jornadas en las que el aire puede llegar a ser muy seco. Ese ambiente frío y seco puede irritar los ojos, incluso en los climas más templados, algo que deben tener especialmente en cuenta los usuarios de lentes de contacto. 

Las calefacciones también suponen un problema en interiores, ya que tienden a disminuir la humedad del aire. La sequedad o irritación ocular es el problema en los ojos más común en el invierno, que se traduce en una sensación de quemazón o picor o de que un cuerpo extraño ha entrado en el ojo. Y más aún en aquellas personas que padecen el denominado síndrome de ojo seco. Las personas que utilizan lentes de contacto tienen más probabilidades de padecer sequedad ocular en invierno. Las lentes de contacto son como esponjas, ya que cuando empiezan a secarse pueden perder su forma y adherirse al globo ocular, lo que causa incomodidad y visión borrosa. Por eso es tan importante garantizar una correcta lubricación de los ojos.
El Mundo Europa Press

lunes, 3 de enero de 2011

ESQUIAR SIN PROTECCIÓN OCULAR

YA SEA DE FORMA HABITUAL O ESPORÁDICA
Esquiar sin protección en los ojos puede provocar problemas de visión.

Practicar deportes de alta montaña como el esquí, el 'snowboard' o la escalada sin protección ocular puede provocar la aparición de problemas de visión, aunque el tiempo de exposición no sea prolongado en el tiempo, según ha explicado a Europa Press el director médico de Vissum Corporación Oftalmológica, Jorge Alió.

"Casi todo el mundo que esquía, si no se ha protegido, vuelve de la nieve con los ojos rojos y con molestias. Y si continúa sin protegerse de forma prolongada en el tiempo los problemas serán mayores, e incluso invalidantes. Todos los grados intermedios son posibles y la manera de prevenir estos problemas es usar una gafa de sol protectora de luz ultravioleta", asegura el oftalmólogo Jorge Alió.

"En las zonas montañosas por altitud hay menos protección atmosférica con la luz, y en particular, con la luz ultravioleta, que es la más dañina. Además esa luz duplica su efecto porque aparte de la que se recibe por radiación directa se recibe también por reflexión, debido a la reverberación de la luz sobre la nieve", detalla Alió.

"Los daños que causa son de dos órdenes. El primero es el daño en la estructura anterior del ojo y, en particular, a nivel de la córnea y de la conjuntiva. Crea lo que se llama querato conjuntivitis actínica. Esta patología es un problema que viene derivado de la acción de la luz sobre la superficie ocular, que causa un daño en las células que lubrican la conjuntiva y también mata las células que constituyen el epitelio corneal", explica Alió.

"La segunda consecuencia es que esta luz es dañina también para el interior del ojo. Esto se debe al efecto acumulado de exposición perenne a este tipo de climatologías. Estos pacientes sufren lesiones en la retina y en ellos aparece con más frecuencia la degeneración macular y tienen más riesgo de desarrollar cataratas. No ocurre en una exposición aguda, sino en una exposición crónica a este tipo de latitudes", puntualiza a Europa Press el director médico de Vissum Corporación Oftalmológica.

"Si no se protegen, estos deportistas sufren de ojos rojos y de fotofobia (dolor o la molestia a la exposición de la luz), y se ven con fuerza en la necesidad de cerrar los ojos para encontrarse mejor. Este tipo de conjuntivitis actínica es potencialmente grave porque puede dejar al paciente inválido. No es capaz de circular, no puede abrir los ojos y se encuentra severamente lesionado en cuanto a su capacidad visual", advierte el oftalmólogo.

PROTEGER EL DESLUMBRAMIENTO NO GARANTIZA LA SALUD OCULAR

El deportista debe ser consciente de que el deslumbramiento y la protección solar frente a la luz ultravioleta son dos aspectos completamente diferentes. "La capacidad de una gafa de proteger contra el deslumbramiento no apareja con la capacidad de protección de la luz ultravioleta", matiza Alió.

"Una gafa tintada, que protege del deslumbramiento, -prosigue Alió- puede tener una nula protección contra la luz ultravioleta que, en ese contexto, es todavía más dañina puesto que con las gafas tintadas se dilata la pupila y la luz ultravioleta entra más en el ojo, causando aún más daño en la retina. Esta luz, que se absorbe totalmente por la retina, oxida los tejidos donde es parcialmente o totalmente absorbida", argumenta Alió.

Por ello, el especialista recomienda utilizar gafas que protejan contra el deslumbramiento y la luz ultravioleta. "La luz ultravioleta la filtran las lentes que son transparentes. Estas lentes transparentes tienen que tener una homologación adecuada y garantizar que están filtrando todo el espectro de luz tableta: la A, B y C", concreta el oftalmólogo.

Respecto al deslumbramiento, Alió aconseja que "en alta montaña, es mejor que el filtro que da el cromatismo se haga en tonalidades de tipo amarillas o ámbar, que tiene una capacidad mayor de incrementar el contraste".
2 Ene. (EUROPA PRESS) -