sábado, 6 de septiembre de 2014

CORRIENDO POR MADRID: LA CASA DE CAMPO

Por Luis Lozano - 01/09/2014 Uno de los caminos de la Casa de Campo frecuentados por corredores (Foto: Shinichi Sasaki) Madrid es una gran ciudad con miles de corredores. Es por eso por lo que decidimos dividir nuestro espacio de esta sección dedicado a correr por la capital en varios artículos. 

La tapia

El primero, sobre la Casa de Campo, llega de la mano de una de los corredores que mejor conoce este parque: Luis Lozano. Artífice de las quedadas de las Tapias de Verano (todos los jueves por la tarde de mayo a septiembre) y de gran habilidad con las palabras. Nos calzamos las zapatillas y corremos junto a él por este mítico parque madrileño.  Eso, y más cosas, son las casi 2.000 hectáreas de parque perfectamente adosado a la gran ciudad de Madrid, la antigua Casa de Campo de los Vargas. Con cientos de reminiscencias históricas que realzan aún más sus otros valores ecológicos y medioambientales, y que ahora es transitado por miles de deportistas que toman, sobre todo con buen tiempo, sus caminos y calzadas para practicar el noble deporte de desplazarse, ya sea a pie, en patín, corriendo o en bicicleta.



Encinares, pinares y vegetación de ribera en sus dos cursos de agua (arroyos Meaques y Antequina), tributarios del famoso Río Manzanares, alfombran un terreno ondulado ligeramente inclinado de Oeste a Este, con un desnivel de unos 100 metros entre Somosaguas y el madrileño rio. Varias Puertas Históricas sobre su centenario 

Muro de cerramiento, permiten la entrada y salida de personas o coches, desde aquel lejano 1931 en que fue abierto a los ciudadanos de Madrid. Uno de los entrenamientos de las Tapias de Verano, todos los jueves de mayo a finales de septiembre, en la Casa de Campo La Tapia Y es precisamente el camino que discurre paralelo al Muro, uno de los más famosos circuitos que cualquier corredor que entrene en Madrid, tiene la obligación de recorrer. 

Unos 15 kms largos que tienen fama de duros, pero que compensan de sobra, con sus paisajes cambiantes y su buen estado para correr en terrenos de tierra más o menos dura según la climatología. Porque ésta cambia con delicadeza y según la estación, el ambiente con que nos encontramos: desde el tórrido verano y sus secas y amarillas praderas, que en horas centrales de los días de estío permiten escuchar el susurro de las chicharras y nos castigan con un sol implacable, hasta los heladores días de invierno, a veces con nieve, pasando por los otoños ocres y serenos, o las explosiones de verde y flores de las primaveras agradecidas (los asmáticos no lo ven de modo tan poético). En días de lluvia, nada tiene que envidiar a paisajes norteños en frescor y delicia.


Los muchos años ya de running, antes atletismo o simplemente correr, han visto pasar por sus sendas y caminos a todo tipo de atletas, desde campeones Olímpicos o de España, a iniciados que aprenden los recorridos más fáciles. Alguno se ha tomado el arduo trabajo de medir, calibrar, nombrar y hacer leyenda a circuitos de 4, de 6, de 10 o más kilómetros, según el gusto o la costumbre. También influye el que en este bello Parque se han disputado todo tipo de competiciones deportivas, desde carreras legendarias como el Trofeo Akiles (todos los meses de diciembre 10 kms duros y fríos por las temperaturas heladoras, en el llamado Circuito de Garabitas), hasta Triatlón o Mountain Bike de categoría Mundial. La Casa de Campo de Madrid tiene multitud de caminos y circuitos por los que correr 

El Bosque 

El Pinar o Bosque, ubicado en la zona alta del Parque, se convirtió ya hace décadas en uno de los lugares sagrados del entrenamiento de todo tipo de atletas, que surcaban su famoso perfil de casi 4 kms a velocidades a veces difícilmente creíbles. Las series cortas y medias también eran habituales en ese entorno que, como muchos otros sitios excesivamente castigados, han visto degradar su suelo hasta aflorar raíces enormes y arrastre de material, cuando antes se disfrutaba de una alfombra blanda casi de materia orgánica, ideal para correr sin tanto estrés. Desaparecieron algunas fuentes, se ofuscaron algunos caminos, se roturaron sendas, o cortafuegos. 

Pero aun así, pasan los años y la Casa de Campo sigue ofreciéndonos todo tipo de recursos para los deportes de resistencia, y correr en particular. Rincones hay que parecen evadir la presencia humana, no así de variada fauna que es avistada en horas primeras o últimas del día. En apenas pocos minutos, o un par de kilómetros, podemos pasar del bullicio del remodelado Madrid Rio, con sus terrazas y paseos, y cientos de personas, a disfrutar de una maravillosa soledad en medio de un bosque de fresnos, con el único ruido de los pájaros que viven en las verdes márgenes de los arroyos siempre vivos y más en épocas de lluvia. La Casa de Campo nos sobrevivirá, para disfrute, ojalá, de los que nos siguen. Mientras, nosotros, los corredores, tenemos la obligación de cuidarla, es muy agradecida con solo respetar sus pulsos de vida. Escuchémosla.
http://www.carreraspopulares.com/Revista/V1NT-ver_noticia_revista.asp?fr_cl_noticia=CXZFPBBPCAPHSUXVUVCX

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