sábado, 10 de mayo de 2014

LOS HIDRATOS SON EL MAL


Ni se te ocurra acercarte. Cosa más mala no hay. Los hidratos engordan. Y engordan mucho. Eso lo sabe todo el mundo, porque lo dicen un sinfín de estudios al respecto. Lo mejor de todo es no comerlos en absoluto: sobre todo, trigo. Porque el trigo es malo para la salud. En general, el gluten es malo para la salud. El arroz blanco, no. El arroz blanco, por más hidratos que tenga, se puede comer: porque no sabe a nada y lo que no sabe a nada, no engorda. Esto no se aplica al pan: el pan industrial no sabe a nada pero comer pan es un sinsentido, que luego se nos ocurre mojarlo en las salsas y disfrutar. Disfrutar comiendo es el primer paso hacia la gordura. Y no queremos estar gordos. Jodernos la salud con Pronokales no nos importa: pero estar gordos, nunca. Qué falta de glamour y qué asquerosidad. Si no te puedes resistir, come la corteza, que engorda menos que la miga. 

Y por la noche, ni se te ocurra. Desde las tres de la tarde hasta las doce de la noche, solo proteínas. Eso sí: a ver cómo lo hacéis porque la carne de cerdo no tiene hidratos, pero tus arterias no estarán muy contentas en varios años. No importa: somos gente sin colesterol. Solo comemos plantas. El brócoli. Verde. Sano. Seguro. 2,8 gramos de proteínas y ¡¡6,6 gramos de hidratos por 100 gramos!! ¡Ni brócoli al vapor sin sal vamos a poder comer! Tomates: 3,9 gramos de hidratos. Una lechuga iceberg: 3 gramos. Qué horror. Ni vamos a mirar los garbanzos, porque todo el mundo sabe que las legumbres, además de ser un alimento propio de pobres, porque los ricos comen ternera y no cuecen alubias, que además dan gases, engordan también. Incluso en ensalada. Y además quién va a comer legumbres hoy en día teniendo carnaca y pudiendo hacer una dieta exclusiva de proteínas con todos esos alimentos que, ya lo hemos visto, solo y exclusivamente tienen proteínas y no lípidos ni carbohidratos ni mierdas. Quién. Eh. Ni patatas. 

Las patatas son el súmmum de lo dañino: ni fritas, ni cocidas, ni al vapor. Ni se miran. So gordo. Pan toscano. Con tapenade de aceitunas. El horror. Caca. Porque aquí, ya lo sabemos, todos entendemos mucho de nutrición. No tenemos ni idea de lo que es una cetosis, pero sí sabemos que los hidratos son el Mal. Los hidratos son el Mal y el gluten es malísimo y las aceitunas engordan y la cerveza crea barriga y yo he intentado de todo y qué mal llevo la ansiedad, porque a mí me entra ansiedad, eh, pero yo engordo de los nervios. A mí los nervios me engordan. Y a mí la tranquilidad y a mí estar todo el día en casa. Los lunes no, porque todos los lunes comienzo una dieta, me pongo de filetes hasta el culo y a las cinco de la tarde me bajo a por un donut porque esta dieta no hay dios que la aguante, pero yo no como tanto para estar así. Lo juro. Es mi metabolismo. Y tengo que hacer una dieta que me cambie el metabolismo, porque todos sabemos que el metabolismo muta como la piel de las serpientes. 

Y de pronto me cambió el metabolismo y puedo comer diez kilos de patatas fritas todos los días y plantar el culo en el sillón 24 horas sin engordar un gramo ni tener celulitis y sin que me salgan pelos en las piernas. Gnocchi al pesto. Prohibidos. Yo he perdido más de 20 kilos comiendo (en mucha mayor cantidad que alimentos con más contenido proteico) cosas prohibidas como pan, patatas, pasta, arroz (ah, no, que el arroz no sabe a nada), boniatos con melaza, galletas, alubias (de todos los colores y con pintitas y sin pintitas), garbanzos, lentejas y salsas con harina. Y gluten de trigo, en cantidades industriales. Bueno, no tan industriales, porque mis raciones están muy controladas por esta mujer. Que creo que me engaña y me tenía que haber hartado a tofu y seitán, todo el día tofu y seitán, a pesar del gluten y de los estrógenos y de que se me iban a poner las tetas más gordas aún (la soja es mala: te vuelve mujer. Más mujer. O gay. O algo). 

Y guisantes. Y cerezas. Y uvas. Y los plátanos esos que engordan tanto no los he comido porque no me gustan, que si no, p’adentro también. A lo mejor lo que ocurre es que tenía que haber perdido más y más rápido. Cuarenta kilos en cinco meses. No veinte en un año. Que al paso que va la burra a ver cuándo llego yo a la talla 38. Ya lo decía Fatima Mernissi: Nosotras tenemos el burka. Vosotras tenéis la talla 38. Esta entrada participa en el VII Carnaval de Nutrición, que organiza el blog Una pizca de vida. http://veganizando.wordpress.com/2014/04/25/los-hidratos-son-el-mal/

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