En conjunto, los AINE ocupan un lugar destacado en las ventas de medicamentos, con más de 40 millones de envases vendidos de media, según los datos de 2009 del Ministerio de Sanidad; siendo los más usados los tradicionales (como el naproxeno, el ibuprofeno o el diclofenaco) y los antiinflamatorios inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa 2 (Cox2); aunque también se encuentran en esta denominación los COXIB y el ácido acetilsalicílico.
En general podía decirse que se usan para tratar el dolor que cursa con inflamación, aunque la gran variedad de moléculas conlleva que se multipliquen las indicaciones y, del mismo modo, los riesgos. "Ninguno está exento de riesgo", destaca la doctora en una entrevista a Europa Press, donde explica que "los perfiles de riesgo de los pacientes y las diferencias que existen entre AINE obligan a individualizar su uso en función del tipo de patología de base, las características del paciente y la experiencia del médico".
Con la aparición de los COX2 se pensó que se había conseguido dar con la formulación de una molécula que acabara con algunos de sus efectos adversos, sin embargo "la diferencia que se pensaba en un principio era menor de la que luego se ha visto". A la larga se ha visto que "los Cox2 tienen efectos adversos parecidos a los tradicionales, que se suponía que provocaban mas", reitera esta experta lamentando que no se valore un fármaco por su "beneficio global" a la hora de autorizarlo.
CUIDADO CON LAS INTERACCIONES
No se trata de demonizar los antiinflamatorios que "han aliviado y mejorado la calidad de vida de muchos pacientes en momentos puntuales", señala. Las indicaciones de estos fármacos son múltiples, desde el dolor de origen musculoesquelético o neurológico hasta la dismenorrea, traumatismo y dolor postquirúrgico.
El problema, afirma la doctora González, es que se ha estandarizado su uso lo que ha provocado el abuso de estos fármacos tanto entre los crónicos como en la población general, cuando lo recomendable sería utilizarlos en ciclos cortos y a la dosis más bajas posible, siempre dentro de su rango de eficacia, y bajo prescripción médica, ya que eso aseguraría el control sobre posibles complicaciones.
Los efectos adversos y la gravedad de los mismo- "que pueden ser muy graves", alerta - dependerán del tipo de molécula y de la dosis dependiente; además "no solo hay que ver los efectos adversos", también hay que tener en cuenta la interacción que tiene con otros medicamentos, la edad del paciente y si tiene ya daños renales o otras patologías.
La experta recomienda que se tome durante un máximo de 48 o 72 horas, no obstante reconoce que en algunos casos se puede administrar durante mas tiempo, aunque "hay que tratar de no pasar en ningún caso de los 7 días seguidos". De hecho, varios estudios han mostrado que existe un riesgo mayor de complicaciones gástricas, cardiovasculares y renales incluso cuando se usan en tratamientos de corta duración.
Hay que tener en cuenta que "ningún caso curan, solo palian", lo que hace que la recomendación debe ser únicamente en procesos agudos y, por tanto, "no se deberían tomar si no es preciso". Por otro lado, lo recomendable es que se vendan con receta médica, "debería ser obligatorio presentar en la farmacia una receta médica al retirar un antiinflamatorio".
Como ejemplo de enfermedad donde su uso es habitual señala la artrosis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones, donde tanto los Cox 2 como los tradicionales son pautados asiduamente. "Aquí no estaría indicado tomar antiinflamatorios de forma crónica, primero porque no curan y segundo porque como la toma se da a largo plazo tiene más posibilidades de que se produzca un efecto adverso no deseable", afirma.
EL MAL CONTROL AUMENTA EL GASTO SANITARIO
Lo cierto es que se puede decir que "directamente los efectos no son provocados por la toma de AINE pero indirectamente sí", por eso denuncia el fácil acceso que la población tiene a estos fármacos, que generalmente sobrepasa los canales sanitarios; y es que no es raro ver a alguien pedir un ibuprofeno en la barra de un bar o entre compañeros en la oficina.
"No lo deberíamos consentir", incide la doctora defendiendo que si no se acota esta libre disposición en defensa de la salud de la población debería de hacerse, al menos, por el gasto hospitalario que suponen los efectos adversos.
Precisamente, el pasado noviembre la revista 'The American Journal of Managed Care' cuantificaba el impacto de los efectos adversos causados por estos fármacos a partir de la revisión de estudios y meta-análisis publicados. Así se observó que más de 100.000 pacientes son hospitalizados cada año por complicaciones gastrointestinales relacionadas con el uso de los AINE en Estados Unidos y unas 16.500 personas mueren anualmente de estas complicaciones.
"El coste de los efectos adversos es desconocido se sospecha que pasa de miles de millones", afirma.
Aunque se han hecho estudios de forma puntual no existe una valoración global, lo es comprensible porque no hay registros de sospecha sobre las patologías que desencadenan los efectos adversos de la toma de antiinflamatorios.
El estudio estima que el gasto directo asociado con complicaciones gastrointestinales relacionadas con el uso de los AINE se encuentra entre 1.800-8.500 dólares (1.315-6.213 euros) por pacientes y hospitalización; mientras que en la gente mayor, los costes médicos asociados a los mismo eventos superan los 4.000 millones de dólares anuales (casi 3.000 millones); mientras que los costes medios respectivos asociados a un incremento en el riesgo de hospitalización por infarto de miocardio o fallo cardiaco supera los 10.000 euros (7.300 euros).MADRID, 2 Mar. (EUROPA PRESS)
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