Estilos de vida saludable
'Desayuna como un rey', no sólo por el dicho popular sino porque lo recomienda la ciencia. Las últimas evidencias afirman que los adolescentes que no toman un buen desayuno tienen más riesgo de ser obesos y sufrir diabetes en la edad adulta.
Según un grupo de investigadores de la Universidad de Umea (Suecia), los jóvenes que reconocían saltarse esta comida del día o aquellos cuyo desayuno estaba constituido en dos terceras partes por dulces eran más propensos a desarrollar un conjunto de factores de riesgo asociados a la enfermedad cardiaca y a la diabetes al alcanzar los 40.
"Quienes aprenden a tomar alimentos saludables en el desayuno, también lo hacen en el resto de las comidas del día", argumenta Maria Wennberg, una de las autoras del estudio, publicado en Public Health Nutrition.
Los niños que se saltan esta comida "experimentan 'oleadas' de hambre después y lo que hacen es comer en exceso a deshoras", señala David Ludwig, un pediatra especializado en nutrición e investigador de la Escuela de Harvard en Boston.
Wennberg y su equipo revisaron datos de 889 personas en Lulea, Suecia. En 1981, cuando tenían 16 años, los participantes completaron cuestionarios sobre lo que ingerían en el desayuno. Más tarde, en 2008, es decir, cuando ya tenían 43 años, los investigadores les examinaron e hicieron un historial clínico de cada uno, observando los casos de diabetes, enfermedad cardiaca, posibles eventos cerebrovasculares.
Al final, encontraron que el 27% tenía signos de síndrome metabólico. Se trata de una combinación de algunos de los factores de riesgo cardiovascular más importantes, como la hipertensión, la obesidad abdominal, la resistencia a la insulina o la hipercolesterolemia.
Los responsables de la investigación vieron que los jóvenes que no desayunaban o que consumían alimentos de mala calidad (muchos dulces, por ejemplo) eran un 68% más propensos a tener este conjunto de signos de riesgo cardiovascular en la edad adulta.
Estudios anteriores, señalan los expertos, relacionan la calidad de la dieta con los hábitos de vida, por lo que la conclusión de esta investigación "no nos sorprende". Un mal desayuno indica un estilo de vida poco saludable.
Dado el fuerte vínculo entre el desayuno y las enfermedades en la edad adulta, sería recomedable diseñar programas de desayuno escolar, pensando "tanto en el rendimiento escolar como en la salud metabólica de los individuos".
Sería especialmente útil en zonas desfavorecidas", remarca Wennberg.
Un desayuno ideal debería incluir: proteínas, grasas saludables y una fuente de carbohidratos como las frutas y granos mínimamente procesados ", agrega la investigadora, que además asegura que la inversión del gobierno estadounidense en este sentido "es lamentablemente inadecuada" y "los niveles de nutrición son arcaicos". En algunos casos, apunta, "las escuelas han externalizado la cocina y ésta recae en industrias de comida rápida".
EL MUNDO LAURA TARDÓNMadrid
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