DOCUMENTACIÓN | Ayuda al paciente
Los mitos de la hipertensión
Los mantecados y polvorones son unos de los dulces típicos de la Navidad.
Seguro que a más de una persona, de las 15 millones que en nuestro país tienen hipertensión, le está remordiendo la conciencia por los abusos de estos días de fiesta y anda consultando sus cifras para ver si las comilonas se han traducido en algo más. La hipertensión, además de preocupar, sigue rodeada de mitos y falsas creencias que, en muchas ocasiones, impiden que pueda manejarse adecuadamente.
Para aclarar conceptos y ayudar a los pacientes en su día a día, la Sociedad Española de Hipertensión-Liga española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) ha editado una guía que pretende desterrar estos errores "que conllevan hábitos de vida inadecuados y comprometen el control y el tratamiento de la enfermedad", tal y como explica Nieves Martell, presidenta de la SEH-LELHA.
"El principal problema en el manejo de la hipertensión es que el paciente incumple la terapia. Hemos detectado que los enfermos comenten muchas equivocaciones y siguen teniendo conceptos poco claros, por lo que decidimos hacer un documento de ayuda", añade.
La guía, disponible al completo en la web www.clubdelhipertenso.es utiliza un lenguaje sencillo para aclarar estos mitos sobre la hipertensión. Repase algunos de los más comunes:
Lo importante es la mínima.
Antes se pensaba que la tensión diastólica era la única que exigía un control, pero hace años que se comprobó que también es fundamental mantener a raya la tensión sistólica -la alta-.
'Tengo la tensión descompensada'.
Suele utilizarse esta frase cuando, tras una medición, se observa que las presiones máxima y mínima tienen valores muy cercanos. Sin embargo, desde el punto de vista médico esto no tiene ninguna importancia.
Lo fundamental es que tanto la presión sistólica como la diastólica estén dentro de los límites normales: 140/90 mmHg. No tiene relevancia la diferencia que haya entre ellas.
Sólo tengo tensión alta cuando voy al médico.
Es lo que se denomina 'hipertensión de la bata blanca'. Debido a los nervios, algunas personas experimentan estas elevaciones temporales cuando se encuentran en la consulta del especialista. Controlarse la tensión también en casa es útil en estos casos. Cuando en estos registros advierta presiones superiores a 135/85 mmHG "consulte con su médico", advierte la SEH-LELHA.
Cada vez que me tomo la tensión, cambia.
Las variaciones de tensión a lo largo del día son normales.
Generalmente, la toma de presión arterial provoca una reacción de alerta que tiende a elevar las cifras. Eso disminuye si se repite la toma, por lo que se recomienda realizar más de una medición y descartar la primera.
'Me duele la cabeza, así que tengo la tensión alta.
Es una de las falsas creencias más extendidas. En realidad, la hipertensión no produce síntomas en la mayoría de los casos y los dolores de cabeza pueden deberse a numerosas causas. Por ello, la Sociedad Española de Hipertensión recuerda que la única manera de saber si tiene la presión alta es midiéndosela.
'Soy de tensión alta'.
Cuando una persona hipertensa sin tratar comienza su terapia a menudo se siente cansada y con falta de vitalidad. Eso les lleva a creer que las pastillas le sientan mal y que, en realidad, su organismo 'necesita' mantener una tensión más alta que la media. Es falso. La sensación de decaimiento desaparecerá a los pocos días y, además, los efectos de la medicación permitirán evitar complicaciones.
'Si estoy bien, no tengo que seguir con el tratamiento.
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica en la gran mayoría de los casos. Si ha conseguido mantener a raya la tensión es por la medicación, por lo que, si deja de tomarlo, la tensión volverá a subir. Del mismo modo, disminuir la dosis por su cuenta también es peligrosísimo.
'Se me acabaron las pastillas y he esperado a ver al médico para comprar más.
El tratamiento debe ser continuado y nunca debe dejar de tomarlo salvo que su médico se lo indique.
Como tomo pastillas, puedo tomar toda la sal que quiera.
La dieta baja en sal es aconsejable incluso en las peronas que no tienen problemas con la presión arterial. Por otro lado, la medicación es más efectiva si se toma poca sal.
'No puedo tomar café'.
No está demostrado que el consumo habitual de café provoque hipertensión. Las recomendaciones, de hecho, aclaran que los hipertensos pueden tomar de una a tres tazas de café al día. Tampoco es cierto que el consumo de agua eleve la tensión. En cambio, sí es fundamental para mantener una adecuada hidratación.
'No puedo tomar picante'
Tampoco tiene ningún fundamento la afirmación que asocia comida picante con tensión más alta.
Más bien es al contrario, ya que algunos estudios han señalado que cantidades moderadas podrían ser beneficiosas por su efecto relajante en los vasos sanguíneos.
"Cumplir o no cumplir el tratamiento marca la diferencia", remarca Martell. "Supone un gran cambio en cuanto a riesgo cardiovascular y, también respecto a la economía. Porque una medicación no controlada es un seguro de que el paciente va a tener que ser atendido por un evento agudo, con el coste que eso supone, en todos los sentidos", concluye.
Junto a esta guía, la SEH-LELHA también ha editado un documento con consejos prácticos para la práctica de ejercicio físico entre los pacientes hipertensos.
Cristina G. Lucio | Madrid
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