jueves, 23 de julio de 2015

ENSEÑAR NO ES TRASFERIR CONOCIMIENTO, ES CREAR LA POSIBILIDAD DE PRODUCIRLO

- Paulo Freire
Ni asignaturas, ni exámenes, ni calificaciones. Cada vez más escuelas revolucionan la forma de dar clase y demuestran que es posible la enseñanza sin estas fórmulas. Los “pilares fundamentales” de la educación tradicional saltan por los aires en un número creciente de Centros educativos. Estos Centros aún son minoría, pero ponen sobre el tapete la necesidad de dar la vuelta a un sistema que muchos consideramos obsoleto. Ciertamente, nuestras sociedades están inmersas en cambios de unas dimensiones inimaginables hace unos años. 

La complejidad de nuestro sistema es de una profundidad que nos lleva a ver la globalización como algo inevitable. Ésta implica la necesidad de cambio dentro de la escuela y del sistema educativo. Pero como el principio de acción - reacción, las “resistencias a tales cambios” surgen por doquier, no obstante no podemos permanecer más tiempo anclados en las viejas fórmulas. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (Einstein). 

En realidad, se trata de un cambio profundo, sistémico, que intenta responder a una pregunta fundamental ¿Cómo debe ser la escuela en el siglo XXI? ¿Colegios en los que sigue sonando el timbre para que los niños cambien de materia o salgan al patio como en una fábrica? ¿Escuelas en las que los niños son clasificados en base a una nota? ¿Centros dónde la educación física esté preocupada por la enseñanza de contenidos que no tendrán repercusión alguna en nuestros alumnos cuando sean ciudadanos? Eso era válido en la sociedad industrial, pero ahora estamos en la sociedad del conocimiento ¿O no es así? En algunas escuelas ya se está realizando el cambio. 

Los padres quedan sorprendidos al descubrir que allí no existen horarios, ni existe la “clase de matemáticas, la de lengua o la de inglés” sino que, los contenidos se aprenden de forma transversal en torno a un proyecto o centro de interés (“La luna”; “La historia del tiempo”; “el número pi”;…). Los alumnos no realizan exámenes al uso, sino que están regulados por una evaluación continua, y que, por lo tanto, los padres tampoco reciben boletín de calificaciones numéricas de sus hijos, sino un informe sobre lo que el alumno ha aprendido y lo que no. 

Aparte de eliminar horarios y asignaturas, han modificado el espacio de la escuela, han unido grupos de alumnos y profesores. Todo el currículum se reparte entre “rincones de aprendizaje”, “ambientes de aprendizaje”, “trabajos por proyectos” y “aprendizaje basado en problemas”, etc. Se trabaja imitando situaciones de la vida real de forma colaborativa, en pequeños grupos. Los profesores conforman equipos de docentes y trabajan de forma interdisciplinar y globalizada. Las disciplinas se funden para dar respuestas a retos o desafíos. Se integran lengua, matemáticas, tecnología, etc. Los alumnos redactan documentos, buscan información, se organizan para preparar una exposición en público, un artículo de revista o una producción audiovisual. 

Estas metodologías permiten trabajar competencias sociales para la vida y para la ciudadanía (organización, colaboración, empatía, etc.), capacidades que la sociedad actual reclama y que la escuela tradicional no potencia lo suficiente. “Trabajar así es mucho más divertido. El curso pasado, con las asignaturas tradicionales, era más aburrido” aseguran los alumnos. 

En la vida real no tenemos problemas de matemáticas, lengua o geografía, sino problemas en general, así que es lógico que la escuela funcione de la misma manera, de forma interdisciplinar, potenciando capacidades más allá de los conocimientos académicos. Pero ¿de qué manera se integrará la educación física en este nuevo enfoque? ¿Cómo nos integraremos y corresponsabilizaremos los profesores de educación física en equipos pedagógicos? Parece que ese va a ser un desafío de nuestro ámbito. 

Los profesores que durante tantos años nos hemos desenvuelto bien en el patio, sin demasiado contacto con el mundo del aula, a veces aislados del resto de docentes, inmersos en nuestras enseñanzas como los grandes especialistas de la actividad física y deporte, parece que perdemos sentido y quedamos obsoletos frente a un nuevo perfil docente que se vislumbra cerca. En consecuencia, debemos hacer un gran esfuerzo para reducir la brecha que las concepciones del siglo XXI nos anuncian. 

Primero tenemos que ponernos al día en esas nuevas metodologías que emergen. Luego, acostumbrarnos a nuevos procesos y dinámicas didácticas más acordes con el logro de competencias. Después tendremos que saber integrar nuestros contenidos en centros de interés interdisciplinares. Además, será preciso acomodarnos a propósitos diferentes a los que veníamos planteándonos hasta este momento. Conseguir que nuestros alumnos adquieran competencias sociales, personales, emocionales… requiere de ajustes pedagógicos que se alejan de los aprendizajes instrumentales y mecánicos a los que estábamos habituados. 

Implicar a los alumnos en su aprendizaje y en su propia evaluación supone romper fórmulas que durante muchos años nos han influido. En este nuevo día amanece una nueva concepción de la educación física, desafiante, llena de retos y de incógnitas, que necesita de profesores audaces, osados y creativos, dispuestos a romper moldes y dar respuesta a una educación física para la vida y para el ciudadano. Sigamos atentos a este proceso y colaboremos a que nuestros alumnos estén preparados para los tiempos que les va a tocar vivir. Veremos.
http://editorialinde.tumblr.com/post/115943842367/educacion-fisica-en-una-ensenanza-sin

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