domingo, 15 de diciembre de 2013

EL FRAUDE EN LOS EXÁMENES, EL DOMINIO DE LOS CONTENIDOS Y EL AMOR POR APRENDER

Hoy he leído un interesante post sobre la lucha contra la deshonestidad académica, se titula significativamente A Classroom Where No One Cheats. Aparece en The Atlanthic, es de Jessica Lahey… y trata de la reseña de un libro. Es interesante el nivel y la calidad que manifiestan en educación los diaríos de información general, que son leídos lo mismo por el tendero de la esquina que por el académico de turno, en sus suplementos y artículos de Educación. Causan envidia vistos desde la mediocridad de nuestros periódicos y revistas, que no superan el nivel de tertulia. Ya lo había comprobado con los artículos de The Guardian, del New York Times,…. Pero ahora es un diario no tan importante, como de segunda división: The Atlanthic 

En el artículo se reseña el libro Cheating Lessons: Learning from Academic Dishonesty, de James M. Lang, Associate Professor de Inglés en el Assumption College. Curiosamente él también ha elegido Amazon para editar su libro. Como buen profesor Lang estaba obsesionado por lo que él consideraba sus fracasos, y el principal de éstos era el engaño, la práctica del fraude por sus alumnos. Es una constante y no depende en esencia de ninguna variable que tenga que ver directamente con los métodos de detección ni de castigo empleados. ¿Qué es pues lo que lo causa? Preocupado Lang hizo una indagación sobre los perfiles de los alumnos que copiaban o que en general hacían trampas. Recabó opiniones entre ellos. En general identificó y delimitó el problema. 

Esto es lo que describe en el libro. Pero lo interesante son las conclusiones a las que llegó, las soluciones al problema. Básicamente en los alumnos que no practicaban el engaño se daban dos circunstancias: Una consideración de la evaluación, y un talante evaluativo, que se manifiestaba en todo momento, tanto en el aula como en sus relaciones con esos alumnos, en el que destacaba la valoración que éstos hacían por la maestría, el dominio de la tarea, mayor que por la resolución de actividades, o el desempeño, realizado en las actividades específicas de evaluación. Y una actitud de amor al aprendizaje, literalmente “engage our students in learning for learning’s sake” Que suponía para el maestro "implicar a los estudiantes en el aprendizaje por el amor al aprendizaje" 

Piensa Lang que los profesores deben orientar su trabajo en el fomento del dominio, de obtener la maestría sobre lo que es el objetivo del aprendizaje en las tareas elementales, en lugar de hacerlo en el desempeño en las evaluaciones. Cuando indagó sobre cómo los objetivos que el profesor establece para sus alumnos influyen en que éstos engañen, encontró que hay dos tipos de alumnos: 

Los que hacen su trabajo orientados a obtener el dominio y los que lo hacen orientados al rendimiento, a aprobar la evaluación. Los primeros "persiguen el entendimiento", por el contrario los alumnos orientados al rendimiento en la evaluación esperan sólo "demostrar su capacidad" en las calificaciones. Esto modula su conducta y su valores. Cuando los estudiantes se centran más en sus calificaciones que en el material con el que se supone que deben aprender, son mucho más propensos a ser tramposos (no quiere decir que siempre sea así). 
Peor aún sucede, cuando los estudiantes compiten entre sí por las calificaciones, entonces “son mucho más propensos a poner su energía en demostrar su capacidad que en conseguir su comprensión individual de la materia”. 

En conclusión si los profesores queremos frenar el engaño de los estudiante, tendremos que centrarnos en hacer algo más elaborado y más entusiasmador que simplemente aplicar la política del palo y la zanahoria que suponen las calificaciones y las pruebas de evaluación. Según Lang debemos intentar conseguir la implicación de nuestros estudiantes en la tarea de aprender simplemente por el amor al aprendizaje, a lo que se aprende. Es decir por encontrar valor, utilidad personal y satisfacción en lo que se aprende. Esto no es fácil e implica dedicación, entusiasmo y atención por parte del profesor. 

Leer cosas así es una grata confirmación de planteamientos que venimos realizando cuando proponemos una metodología docente y una evaluación basada en la maestría del aprendizaje (mastery learning) y en las oportunidades que nos ofrece la tecnología para llevarla a cabo para intervenir en el propio espacio de la tarea. Me gustaría llegados a este punto recordar lo escrito en trabajos anteriores (o en curso) como son: 

I.- El cambio en la evaluación, en su naturaleza y funciones, va ligado al nuevo paradigma, sobre todo porque éste introduce elementos de interrelación de la metodología docente y de la evaluación, como veremos cuando hablemos de la metodología de mastery learning, que atribuyen una naturaleza continua al conjunto formado por métodos, estrategias docentes y evaluación. Como cuestión previa constataremos una evidencia: 

El problema de 2 sigmas nos da el límite de lo que un alumno puede aprender, en condiciones y con la ayuda adecuadas. Hay un espacio amplio para recorrer en el progreso de la acción educativa con la ayuda de la tecnología. La analítica de aprendizaje nos va a proporcionar herramientas para el análisis de lo que el alumno elabora, investiga y del modo en como lo hace en su entorno de web social, en su espacio personal de aprendizaje, para poder evaluar su trabajo vivo, en el mismo momento de su realización y para obtener datos significativos para su evaluación, y no exclusivamente lo que tenga como referencia el resultado de trabajos o pruebas. como proceso de datos y su justificación, como sucede ahora.

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