INVESTIGACIÓN Tecnología preliminar
Células cardiacas en el torrente sanguíneo podrían señalar a los pacientes
Está tecnología también se investiga para buscar células tumoral.
Sería el 'santo grial' de la Cardiología. Así define el doctor Eric Topol, uno de los popes mundiales en esta especialidad, lo que supondría para él y sus colegas disponer de un análisis de sangre capaz de predecir qué pacientes van a sufrir un infarto al corazón antes de que se produzca. Y esa prueba, aunque aún en pañales, está hoy más cerca que ayer.
De momento sólo se ha probado con 50 pacientes que ingresaron en cuatro hospitales de San Diego (EEUU) por un ataque cardiaco; pero sus conclusiones -que se publican en la revista 'Science Traslational Medicine'- abren una nueva puerta. "Aunque se trata de un grupo de investigadores de alta reputación, son pocos pacientes y aún no se puede determinar si el hallazgo es la causa o la consecuencia del infarto", señala Borja Ibáñez, cardiólogo del Hospital Clínico de Madrid e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
Según el análisis que encabeza el doctor Topol (que se hizo famoso al destapar los riesgos cardiovasculares de Vioxx), un análisis de sangre dirigido a detectar células cardiacas circulantes en el torrente sanguíneo permitiría identificar a las personas en riesgo de sufrir un infarto una o dos semanas antes de que éste se produzca.
"Hoy en día somos capaces de actuar en el momento en que alguien está teniendo un ataque, pero identificarlos antes de que se produzca es la clave", señala a ELMUNDO.es Paddy Barret, una de las firmantes. "En ese caso podríamos darles medicación anticoagulante y antiinflamatorios para frenar todo el proceso, o incluso colocar un stent para desobstruir la arteria", añade.
Empleando una tecnología desarrollada por la compañía Veridex CellSearch, que también participa en el estudio, los cardiólogos observaron que existe un mayor número de estas células endoteliales desprendidas de las arterias y 'navegando' por la sangre. Pero no sólo son más, sino que además son células de mayor tamaño y muy deformadas, con anomalías estructurales (en algunos casos con más de un núcleo).
Esa peculiar malformación convierte a esas células circulantes en un buen marcador para detectar un infarto cardiaco inminente. Sólo en España unas 60.000 personas sufren cada año un infarto agudo de miocardio (cerca de 2,5 millones en EEUU), un problema que se ocasiona por la falta de oxígeno que llega hasta el corazón debido a una obstrucción de las arterias. Y como recuerda el artículo, pese a los avances en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad coronaria, hoy en día sigue siendo bastante impredecible quién y cuándo sufrirá un infarto; lo que hace aún más urgente si cabe este tipo de pruebas.
"Es un artículo interesante", asegura el especialista español, pero cabe subrayar que "deja muchos interrogantes en el aire". Es cierto que "saber quién va a sufrir una enfermedad", en este caso, un infarto, "es el paradigma de la medicina, pero predecirlo, por el momento, es imposible". Y añade: "Se sabe que fumar y tener diabetes aumenta el riesgo de infarto, pero eso no significa que todo aquel que consuma tabaco y tenga diabetes finalmente lo sufra".
Cautela
El trabajo, destaca Topol, es fruto de la colaboración entre dos instituciones académicas, tres clínicas y una compañía privada; hasta el punto de que el prestigioso cardiólogo se atreve a aventurar que "el hallazgo cambiará el futuro de la medicina cardiovascular". Y aunque el doctor Ibáñez recomienda precaución con este tipo de estudios, Barrett se atreve a dar un plazo: "En dos o tres años podríamos tener la tecnología disponible, para obtener los resultados del paciente en 20 ó 30 minutos; hasta entonces, aún tenemos trabajo por hacer".
La tecnología que han empleado en esta ocasión ya se está investigando también con buenos resultados en el campo de la Oncología. De hecho, la búsqueda de células tumorales 'sueltas' en el torrente sanguíneo (desprendidas del tumor primario) ya se está empleando - de momento sólo en ensayos clínicos- para analizar cómo van respondiendo los pacientes con cáncer de pulmón al tratamiento.
María Valerio Madrid
Células cardiacas en el torrente sanguíneo podrían señalar a los pacientes
Está tecnología también se investiga para buscar células tumoral.
Sería el 'santo grial' de la Cardiología. Así define el doctor Eric Topol, uno de los popes mundiales en esta especialidad, lo que supondría para él y sus colegas disponer de un análisis de sangre capaz de predecir qué pacientes van a sufrir un infarto al corazón antes de que se produzca. Y esa prueba, aunque aún en pañales, está hoy más cerca que ayer.
De momento sólo se ha probado con 50 pacientes que ingresaron en cuatro hospitales de San Diego (EEUU) por un ataque cardiaco; pero sus conclusiones -que se publican en la revista 'Science Traslational Medicine'- abren una nueva puerta. "Aunque se trata de un grupo de investigadores de alta reputación, son pocos pacientes y aún no se puede determinar si el hallazgo es la causa o la consecuencia del infarto", señala Borja Ibáñez, cardiólogo del Hospital Clínico de Madrid e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
Según el análisis que encabeza el doctor Topol (que se hizo famoso al destapar los riesgos cardiovasculares de Vioxx), un análisis de sangre dirigido a detectar células cardiacas circulantes en el torrente sanguíneo permitiría identificar a las personas en riesgo de sufrir un infarto una o dos semanas antes de que éste se produzca.
"Hoy en día somos capaces de actuar en el momento en que alguien está teniendo un ataque, pero identificarlos antes de que se produzca es la clave", señala a ELMUNDO.es Paddy Barret, una de las firmantes. "En ese caso podríamos darles medicación anticoagulante y antiinflamatorios para frenar todo el proceso, o incluso colocar un stent para desobstruir la arteria", añade.
Empleando una tecnología desarrollada por la compañía Veridex CellSearch, que también participa en el estudio, los cardiólogos observaron que existe un mayor número de estas células endoteliales desprendidas de las arterias y 'navegando' por la sangre. Pero no sólo son más, sino que además son células de mayor tamaño y muy deformadas, con anomalías estructurales (en algunos casos con más de un núcleo).
Esa peculiar malformación convierte a esas células circulantes en un buen marcador para detectar un infarto cardiaco inminente. Sólo en España unas 60.000 personas sufren cada año un infarto agudo de miocardio (cerca de 2,5 millones en EEUU), un problema que se ocasiona por la falta de oxígeno que llega hasta el corazón debido a una obstrucción de las arterias. Y como recuerda el artículo, pese a los avances en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad coronaria, hoy en día sigue siendo bastante impredecible quién y cuándo sufrirá un infarto; lo que hace aún más urgente si cabe este tipo de pruebas.
"Es un artículo interesante", asegura el especialista español, pero cabe subrayar que "deja muchos interrogantes en el aire". Es cierto que "saber quién va a sufrir una enfermedad", en este caso, un infarto, "es el paradigma de la medicina, pero predecirlo, por el momento, es imposible". Y añade: "Se sabe que fumar y tener diabetes aumenta el riesgo de infarto, pero eso no significa que todo aquel que consuma tabaco y tenga diabetes finalmente lo sufra".
Cautela
El trabajo, destaca Topol, es fruto de la colaboración entre dos instituciones académicas, tres clínicas y una compañía privada; hasta el punto de que el prestigioso cardiólogo se atreve a aventurar que "el hallazgo cambiará el futuro de la medicina cardiovascular". Y aunque el doctor Ibáñez recomienda precaución con este tipo de estudios, Barrett se atreve a dar un plazo: "En dos o tres años podríamos tener la tecnología disponible, para obtener los resultados del paciente en 20 ó 30 minutos; hasta entonces, aún tenemos trabajo por hacer".
La tecnología que han empleado en esta ocasión ya se está investigando también con buenos resultados en el campo de la Oncología. De hecho, la búsqueda de células tumorales 'sueltas' en el torrente sanguíneo (desprendidas del tumor primario) ya se está empleando - de momento sólo en ensayos clínicos- para analizar cómo van respondiendo los pacientes con cáncer de pulmón al tratamiento.
María Valerio Madrid
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