REHABILITACIÓN Después del ejercicio.
Una revisión de estudios recién publicada pone en duda su eficacia real.
Según los investigadores no hay datos sobre los posibles efectos secundarios.
Para aliviar el dolor y recuperar más rápido el tono muscular después de hacer ejercicio. Los baños de agua fría cada vez se usan más como aliado en el deporte y lo utilizan incluso atletas de élite. Ahora, la 'Biblioteca Cochrane' publica una revisión de estudios en la que pone en duda la eficacia real de esta estrategia y hace hincapié en la falta de datos que hay acerca de los efectos secundarios que pudiera ocasionar.
Como explican los autores de este trabajo, de Reino Unido, Nueva Zelanda y EEUU, se trata de una práctica muy utilizada para prevenir y tratar lo que se conoce como dolor muscular de efecto retardado, es decir, las agujetas. Ya se sabe que aparecen cuando los músculos realizan un esfuerzo físico superior al que están acostumbrados. Es entonces cuando "se produce una especie de pequeños desgarramientos que son los que provocan, normalmente un día o dos después del ejercicio, rigidez muscular y dolor ante cualquier movimiento, por mínimo que sea".
La teoría es que la inmersión en agua fría o hielo, conocida como crioterapia, es capaz de reducir la inflamación del músculo y, por lo tanto, los efectos que conlleva. Para comprobarlo, los autores de este trabajo han analizado 17 estudios que cumplían con "unos criterios mínimos de calidad", con un total de 366 participantes. En algunos ensayos se les pedía que se dieran una ducha de agua fría después de hacer deporte (ciclismo, atletismo, etc.) y en otros sólo sumergían la parte del cuerpo implicada en el sobreesfuerzo físico. La mayoría pasó 24 minutos en el agua, que estaba a una temperatura que oscilaba entre los 10 y los 15 grados.
Los estudios que comparaban esta terapia con el descanso o ninguna intervención demostraban una significativa redución del dolor. Sin embargo, añaden los investigadores, "debemos ser prudentes en las conclusiones, sobre todo teniendo en cuenta que a los participantes no se les podía ocultar el tratamiento que recibían y sabían cuáles eran los posibles beneficios". Es decir, los resultados favorables pueden deberse a "un efecto placebo", advierte el principal autor de la revisión, Chris Bleakley, del departamento de Ciencias de Rehabilitación y Salud de la Universidad de Ulster (Irlanda del Norte).
Además, pocos trabajos observaban las ventajas de la crioterapia respecto a los baños de contraste, en agua templada (por encima de los 15 grados), masajes, estiramientos, vendajes de colores, etc. Dado que no hay suficiente evidencia, continúa Bleakley, no se puede descartar que pudiera haber "mejores resultados a la hora de reducir el dolor con otras terapias como la inmersión en agua caliente". Con los datos disponibles hasta el momento, "aún no podemos extraer conclusiones certeras sobre ninguna de las terapias".
Y lo más importante. Aparte de los "sesgos y la baja calidad de los estudios desarrollados" sobre la terapia de frío para el dolor muscular, hay que destacar que "ninguno incluye información sobre los efectos secundarios o daños que cualquiera de las estrategias pudiera producir".
No recomendable para la población general.
¿Significa esto que no se debería poner en práctica esta estrategia? Según los expertos del artículo, "tenemos que estar seguros de que no va a causar daños y para ello conviene realizar más estudios".
Por su parte, Alberto Capa, médico especialista en Rehabilitación del Hospital La Paz de Madrid, "puede que tenga algún efecto sobre un grupo determinado de atletas (deportistas de alto nivel), pero no se lo aconsejería a la población general. Podría entrañar riesgos para algunas personas con enfermedades reumatológicas, gente con insuficiencia arterial, problemas cardiacos, etc. Puede originar una subida de tensión que podría tener un efecto inesperado". Además, no se sabe cómo aplicarlo, "después de qué ejercicio es más recomendable, en qué dosis, con qué frecuencia, qué temperatura exacta... Realmente, lo mejor que se puede hacer es "mantener reposo".
Al fin y al cabo, las agujetas "son normales y naturales y en tres o cuatro días desaparecen", asegura el especialista español. Y añade: "El dolor muscular posterior a hacer ejercicio más intenso o fuera de lo común es la más leve de las consecuencias. Es un aviso de que algo hemos hecho mal o en exceso. El siguiente paso puede ser la rotura del músculo, que puede ser de muchos tipos y grados. De ahí que lo más razonable sea mantener reposo".
Laura Tardón Madrid
Una revisión de estudios recién publicada pone en duda su eficacia real.
Según los investigadores no hay datos sobre los posibles efectos secundarios.
Para aliviar el dolor y recuperar más rápido el tono muscular después de hacer ejercicio. Los baños de agua fría cada vez se usan más como aliado en el deporte y lo utilizan incluso atletas de élite. Ahora, la 'Biblioteca Cochrane' publica una revisión de estudios en la que pone en duda la eficacia real de esta estrategia y hace hincapié en la falta de datos que hay acerca de los efectos secundarios que pudiera ocasionar.
Como explican los autores de este trabajo, de Reino Unido, Nueva Zelanda y EEUU, se trata de una práctica muy utilizada para prevenir y tratar lo que se conoce como dolor muscular de efecto retardado, es decir, las agujetas. Ya se sabe que aparecen cuando los músculos realizan un esfuerzo físico superior al que están acostumbrados. Es entonces cuando "se produce una especie de pequeños desgarramientos que son los que provocan, normalmente un día o dos después del ejercicio, rigidez muscular y dolor ante cualquier movimiento, por mínimo que sea".
La teoría es que la inmersión en agua fría o hielo, conocida como crioterapia, es capaz de reducir la inflamación del músculo y, por lo tanto, los efectos que conlleva. Para comprobarlo, los autores de este trabajo han analizado 17 estudios que cumplían con "unos criterios mínimos de calidad", con un total de 366 participantes. En algunos ensayos se les pedía que se dieran una ducha de agua fría después de hacer deporte (ciclismo, atletismo, etc.) y en otros sólo sumergían la parte del cuerpo implicada en el sobreesfuerzo físico. La mayoría pasó 24 minutos en el agua, que estaba a una temperatura que oscilaba entre los 10 y los 15 grados.
Los estudios que comparaban esta terapia con el descanso o ninguna intervención demostraban una significativa redución del dolor. Sin embargo, añaden los investigadores, "debemos ser prudentes en las conclusiones, sobre todo teniendo en cuenta que a los participantes no se les podía ocultar el tratamiento que recibían y sabían cuáles eran los posibles beneficios". Es decir, los resultados favorables pueden deberse a "un efecto placebo", advierte el principal autor de la revisión, Chris Bleakley, del departamento de Ciencias de Rehabilitación y Salud de la Universidad de Ulster (Irlanda del Norte).
Además, pocos trabajos observaban las ventajas de la crioterapia respecto a los baños de contraste, en agua templada (por encima de los 15 grados), masajes, estiramientos, vendajes de colores, etc. Dado que no hay suficiente evidencia, continúa Bleakley, no se puede descartar que pudiera haber "mejores resultados a la hora de reducir el dolor con otras terapias como la inmersión en agua caliente". Con los datos disponibles hasta el momento, "aún no podemos extraer conclusiones certeras sobre ninguna de las terapias".
Y lo más importante. Aparte de los "sesgos y la baja calidad de los estudios desarrollados" sobre la terapia de frío para el dolor muscular, hay que destacar que "ninguno incluye información sobre los efectos secundarios o daños que cualquiera de las estrategias pudiera producir".
No recomendable para la población general.
¿Significa esto que no se debería poner en práctica esta estrategia? Según los expertos del artículo, "tenemos que estar seguros de que no va a causar daños y para ello conviene realizar más estudios".
Por su parte, Alberto Capa, médico especialista en Rehabilitación del Hospital La Paz de Madrid, "puede que tenga algún efecto sobre un grupo determinado de atletas (deportistas de alto nivel), pero no se lo aconsejería a la población general. Podría entrañar riesgos para algunas personas con enfermedades reumatológicas, gente con insuficiencia arterial, problemas cardiacos, etc. Puede originar una subida de tensión que podría tener un efecto inesperado". Además, no se sabe cómo aplicarlo, "después de qué ejercicio es más recomendable, en qué dosis, con qué frecuencia, qué temperatura exacta... Realmente, lo mejor que se puede hacer es "mantener reposo".
Al fin y al cabo, las agujetas "son normales y naturales y en tres o cuatro días desaparecen", asegura el especialista español. Y añade: "El dolor muscular posterior a hacer ejercicio más intenso o fuera de lo común es la más leve de las consecuencias. Es un aviso de que algo hemos hecho mal o en exceso. El siguiente paso puede ser la rotura del músculo, que puede ser de muchos tipos y grados. De ahí que lo más razonable sea mantener reposo".
Laura Tardón Madrid
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