jueves, 19 de noviembre de 2009

LA FATIGA MUSCULAR Y LAS AGUJETAS

FATIGA MUSCULAR
Hacia un nuevo esquema de la biología del ejercicio
Nuevas hipótesis cuestionan la teoría clásica sobre la formación de las agujetas

ÁNGELES LÓPEZ
Hasta dónde puede llegar un atleta sin poner en riesgo su salud se desconoce. También la fisiología del músculo. Una teoría centenaria que apuntaba al ácido láctico, una sustancia segregada por el organismo, como el principal culpable de la fatiga muscular ha caducado. Numerosos estudios aportan nuevas teorías sobre cómo utiliza el cuerpo sus nutrientes para generar la energía necesaria para superar las metas humanas.

Hasta hace poco se pensaba las agujetas se generaban por la formación de pequeños cristales de ácido láctico en el músculo, pero investigaciones realizadas en los últimos años apuntan no sólo que esta sustancia no es dañina para el músculo sino que es una fuente de energía. Sin embargo, poco se conoce sobre el dolor típico de las agujetas o del causado por la fatiga muscular tras un gran esfuerzo, ya que la mayoría de las investigaciones se han hecho en animales y en condiciones diferentes de las que sufren los atletas.

"Las agujetas son distintas al dolor producido por un esfuerzo extremo. En la primera no hay fatiga mientras que en la segunda sí se sufre fatiga además de originarse un fuerte dolor en glúteos, cuádriceps y brazos", afirma José Luis Martínez Rodríguez, responsable nacional de pruebas combinadas de la Real Federación Española de Atletismo.

El cuerpo humano no es capaz de funcionar sin energía. Existen diferentes sistemas que transforman los nutrientes ingeridos a través de la dieta en pequeñas moléculas de energía. Uno de ellos es el que proporciona energía en actividades de alta intensidad y corta duración, de uno o dos minutos. En ese proceso no se utiliza el oxígeno, por lo que se denomina metabolismo anaeróbico, es decir, la transformación de la glucosa en ácido láctico y en moléculas de energía.

Cuando el oxígeno interviene en las reacciones energéticas, el proceso se denomina sistema aeróbico, en él no se produce el 'famoso' ácido láctico y la energía generada es mucho mayor que en la fase anaeróbica.

Hasta ahora se pensaba que el ácido láctico generado en un ejercicio de alta intensidad era el responsable de la fatiga muscular.

De hecho, muchos entrenadores y atletas desarrollan programas para trabajar en el "umbral láctico". Aunque, como explica José Luis Martínez, en los entrenamientos no se habla de ese umbral sino que se trata de ir "más allá del esfuerzo extremo. A ese nivel de lactato, el atleta tienen una reserva energética que le permitirá seguir y superar a los demás".
Según este experto, que lleva entrenando a cuatro generaciones de atletas en nuestro país, todo el entrenamiento va encaminado a convivir más tiempo con un ácido láctico muy alto y poder seguir con el ejercicio a ese nivel. En cuanto a las teorías existentes sobre la fatiga tras un gran esfuerzo, José Luis Martínez es contundente, "el trabajo del músculo aún no se conoce".

Tanto entrenadores como los científicos de ahora están cuestionando la creencia del peligro del ácido láctico. De hecho, parece que ya se ha dejado a un lado una teoría cuyo origen se encuentra a comienzos del sigo pasado.

En 1922 Otto Meyerhof y Archibald Vivian Hill extirparon las ancas a varias ranas para someter sus músculos a impulsos eléctricos para favorecer la contracción sin oxígeno. Una vez que dejaron de moverse, los examinaron y descubrieron que estaban bañados en ácido láctico.
Estos científicos dedujeron que la falta de oxígeno conducía a la producción de esta sustancia y por lo tanto a la fatiga muscular. Por esta teoría, se les concedió el premio Nobel de Fisiología y Medicina y, a partir de ese momento todos los atletas evitaban ejercicios anaeróbicos ya que les podían forzar a parar su entrenamiento.

Pero diferentes expertos, avalados por numerosas investigaciones, comienzan a rebatir esa hipótesis. "Es uno de los clásicos errores de la historia de la ciencia", afirmaba George A. Brooks, profesor del departamento de biología integrada en la Universidad de California (Berkeley, EEUU), al diario The New York Times.

Este científico ha realizado diferentes estudios en ratas y ha comprobado cómo éstas transforman más rápido el ácido láctico que cualquier otra sustancia que se les administre. Esta sustancia aumenta la masa de las mitocondrias, orgánulos presentes en el cuerpo humano que se encargan de suministrar la energía. Según Brooks, el ácido láctico ayudaría a los músculos a trabajar más y durante más tiempo.

"Los entrenadores han comprendido cosas que los científicos no han podido", explica Brooks. Algo con lo que está conforme José Luis Martínez. El responsable nacional de pruebas combinadas de la Real Federación Española de Atletismo afirma que "el científico acreditado no puede arriesgar, algo que el atleta y el entrenador hacen continuamente y que les lleva más allá. La teoría nos ayuda, pero el entrenador tiene un laboratorio vivo que es el atleta, el ser humano, al que tiene que conocer muy bien".

La respuesta, en el cerebro
David Allen, fisiólogo del Instituto de Investigación Biomédica de la Universidad de Sydney (Australia), sugiere numerosas posibilidades sobre el efecto del esfuerzo máximo: "Muchos componentes del metabolismo muscular (ácido láctico, glicógeno, fosfocreatinina, fosfato inorgánico, ATP, calcio, sodio o potasio) cambian durante la fatiga y, por cada uno de ellos, necesitamos saber qué proteínas se ven afectadas y cómo éstas regulan la contracción muscular", afirmaba en un comentario publicado en 'Science' como respuesta a un artículo en el que se sugería que las agujetas surgían debido a un desequilibrio celular en los iones de potasio.


Este fisiólogo, en una revisión publicada en 'News in Physiological Sciences', explica que la evidencia a favor de la acidosis (aumento del ácido láctico) como origen de la fatiga muscular se basa en estudios de fibras musculares realizados a temperaturas de 15 grados centígrados o más bajas. Según se ha comprobado en otros trabajos, a una temperatura de 30 grados la acidificación sólo tiene un efecto pequeño o casi nulo sobre la musculatura.

Este experto también apunta que el fosfato inorgánico [un producto del metabolismo anaeróbico] puede generar la fatiga. Por un lado, esta sustancia podría reducir la fuerza al disminuir la sensibilidad de las fibras al ion calcio, algo que se observa con frecuencia en la fatiga musculoesquelética. Por otro lado, también podría actuar directamente sobre la liberación del ion calcio o sobre su recaptación, lo que provoca espasmos sobre los músculos. Sin embargo, no hay conclusiones evidentes sobre esta sustancia y se precisan de más estudios hechos a una temperatura corporal normal.

Quizás la respuesta a parte de estas dudas se encuentre en el cerebro humano. Como afirma José Luis Martínez, "la fisiología depende de la mente del atleta. En una competición las emociones son distintas de las que se dan en un laboratorio. Con un tono emocional alto, el músculo recibirá más impulso nervioso que el que se da en un entrenamiento. Habría que investigar más cerca del cerebro humano".

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