sábado, 4 de noviembre de 2017

LAS MUJERES QUE CORREN

Las mujeres que corren

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Dora, autora del artículo, durante una carrera.
Escribo este texto sin tratar de ofender a nadie, como reacción a un comentario que he venido oyendo a personalidades diversas en el mundillo trail, del género masculino. Siempre en tono de broma, que conste, pero las bromas que se repiten tienen en mi opinión un trasfondo que merece la pena considerar. El comentario es más o menos de este modo: “Voy a tener que hacerme mujer, así a lo mejor haría podium”. Repito, sin ánimo de ofender, pero con ganas de despacharme a gusto:
Hacerte mujer no te ayudaría a ganar ninguna carrera. Piensas eso porque no eres mujer y porque como hombre de una sociedad patriarcal y machista las mujeres somos “el otro sexo que no es un hombre”. Por eso te parece injusto que una mujer pueda llegar después que un hombre y que ella suba al podium y tú no. Porque estás pensando simplemente en el tiempo que tardamos en llegar, sin pararte a pensar en otras muchas cosas. ¿Verdad que no te cuestionas las categorías por edad?
Voy a abstenerme de explicar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres porque son muy aburridas. Podéis mirar algo de eso aquí:
Me parece mucho más interesante reflexionar sobre esos obstáculos invisibles, esos kilómetros virtuales que tenemos que correr muchas mujeres cada vez que nos colocamos en la línea de salida.
¿Preparados? ¿Listos? Vamos. A muy pocas de nosotras nos inculcaron el deporte como un valor propio de nuestro género. Ni nuestros padres, ni la televisión, ni la escuela, ni los amigos. Yo tuve la suerte de tener un hermano que me animaba a correr la San Antón y al que veía salir al campo con frecuencia, lo que ciertamente me influyó. Se lo agradezco profundamente (¡gracias, Arturo!).
A las mujeres se nos enseña menos a competir, a disfrutar de estar fuertes, al esfuerzo físico. Es un trauma para cualquier chica ser poco bonita o tener dos kilos de más, pero no pasa nada si no aguantas 5 minutos trotando o no puedes abrir el bote de la mermelada.
Y sin embargo, por algún motivo misterioso, algunas de nosotras nos empeñamos en practicar un deporte como es correr por el monte. Tan exigente, tan trabajoso, tan solitario a veces. Las mujeres que corren son un poco diferentes al prototipo de mujeres al que estamos acostumbrados. Aunque eso no implica que nos parezcamos más a los hombres. Las mujeres que corremos tenemos que consultar nuestro calendario menstrual conjuntamente al calendario de carreras. Y no digamos ya los planning a largo plazo que tenemos que ingeniar si nos decidimos a tener hijos. Ser madre y correr una ultra debe ser como estudiar una doble titulación.
Las que corremos somos unas temerarias porque a veces salimos solas a correr (¡y sin spray antivioladores!). Que un hombre salga solo no suele alarmar a nadie. Normalmente no puedes presumir de ser corredora de trail, porque lo más suave que te van a decir es que estás loca o que vaya ganas de sufrir. Usamos los mismos cacharritos que los hombres para correr. Eso sí, las zapatillas suelen ser rosas o de algún color “bonito” (si no, una mujer no podría usarlas) y eso si hemos tenido la suerte de encontrar zapatillas de mujer en la tienda (no, no son iguales, las de mujer son… ¿rosas?).
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Cuando seleccionas tu talla de camiseta en la inscripción de una carrera nunca sabes cuál poner, porque normalmente las camisetas que regalan son DE HOMBRE. Es decir, que es mejor que te pidas una talla más pequeña. Pero que no te pase como a mí, que una vez me dieron unas BRAGAS (porque si no cubren el cachete son bragas y punto) y un sujetador para correr que además eran muy, muy pequeños. Porque la ropa de correr de mujer, cuanta más piel deje al descubierto, más rápida te hace.
Todas nosotras hemos aprendido desde siempre a sentirnos incluidas en el género masculino, a ser “corredores”, “inscritos”, “clasificados”.
Los artículos que leemos sobre hidratación, entrenamiento, nutrición, etc, no suelen estar hechos a nuestra medida tampoco. Bueno, los del tipo “corre y adelgaza” sí. Todos saben quién es Kilian Jornet,  pero muchos sólo conocen a Noelia Camacho de contar cuentos.
Las mujeres, que nos recogemos el pelo porque es una faena correr y que nos de en la cara o nos haga sudar. Que nos hacemos trenzas, coletas, nos colocamos pañuelos, buffs, diademas, horquillas, pasadores… Que nos embutimos en un top apretado porque el pecho, que tantas mujeres quisieran tener más grande, es molesto para casi todos los deportes. Dejamos en casa el maquillaje, los abalorios, la ropa de moda. Estamos dispuestas a que nuestra piel se endurezca, se arañe, se ensucie. A engrosar los gemelos. Y así nos miramos al espejo. Ésta que escribe, se sonríe siempre.
Marchamos al punto de partida donde seremos minoría, pero tenemos un radar para encontrar a nuestras contrincantes y compañeras (a veces por el rosa).
Vamos al baño antes de empezar, como todos. Pero como hay prisa, los baños de las mujeres se vuelven mixtos. Es difícil que estén limpios. Y nosotras no podemos mear de pie. NUNCA hay papel.
Ocupamos poco sitio en el grupo de salida. Hacemos menos ruido. No nos preocupamos por colocarnos delante. Salimos al mismo tiempo, pero desde el principio debemos centrarnos en nuestro propio ritmo porque el del pelotón nos puede engañar. Sentimos envidia de los que paran a vaciar la vejiga nada más empezar, sin aspavientos, junto al camino. Nosotras nos aguantamos si podemos. Aprendimos a escupir corriendo. Y a sonarnos la nariz tapando el otro agujero. Qué poco femenino. (Me encanta)
Cuando nos adelanta un chico no suele pasar nada. Si es chica, bajamos un puesto en la clasificación general. A veces el público o la organización nos dice en qué posición vamos, porque como somos pocas nos pueden ir contando. “¡Corre, que vas cuarta!” (¿máaaaaaaas?). Cuando adelantamos a los chicos a veces recibimos comentarios de ánimo: “¡venga, máquina!”. Otros se quedan silenciosos y puede que les desanime que les adelante “una chica”.
Antes o después llegaremos a la meta, donde hay un reloj con el tiempo que tardamos. Y sólo marca eso, el tiempo. Algunas suben al podium. Aunque tardaran “más” que otros hombres.  Yo opino que son todas heroínas. De la primera a la última.
En la ducha nos ayudamos a controlar que en la puerta de los vestuarios no asomen los chicos. Ahí nos alegramos de ser menos y no tener que esperar mucho. Hablamos, reímos, compartimos. Aún recuerdo los comentarios, hace años, de las mujeres tras la maratón de Sevilla: como si se conocieran de toda la vida, charlando sobre sus hijos y los esfuerzos que hicieron para estar ahí.
En la crónica, el ganador absoluto de la carrera es sólo uno. El primero. A él le suelen hacer la entrevista. Nosotras estaremos mencionadas en segundo lugar. No solemos salir en la foto principal. Volveremos a casa. Y seguiremos siendo mujeres. Para todo. Por fortuna.
Autora: Adoración Montejo (Dora la Soñadora).
https://eltriunfodelonormal.wordpress.com/2016/04/08/las-mujeres-que-corren/

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