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Por eso, insiste, lo mejor es evitar alimentos crudos o poco cocinados, así como huevos, lácteos o pescados, que tienen más riesgos por una inadecuada conservación. A cambio, añade, se debe optar por carnes bien cocinadas, pastas o verduras (bien frescas o cocinadas). Las legumbres también son otro grupo obligado, "y si el niño no va a tener opción de calentarlas siempre se pueden preparar en forma de ensaladas".
Otro truco que ofrece este especialista es añadir siempre a cualquier alimento unas gotitas de limón o vinagre, "para acidificar el medio y reducir el riesgo de contaminaciones". Para evitar cualquier problema también aconseja que la comida se caliente en el microondas una sola vez, "porque si se recalienta, existe el riesgo de que se reactive cualquier pequeña contaminación que pueda existir".
Rosa María Ortega, catedrática de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, recomienda por su parte hacer un desayuno más fuerte de lo habitual; y mandar a los niños con algún alimento para media mañana.
Coincide con su colega en que todos los alimentos son aceptables, aunque recomienda como 'básicos imprescindibles' una pieza de fruta todos los días, y no olvidarse de los cereales, bien en forma de un trozo de pan, un bocadillo o sandwich de vez en cuando y pasta. "Algún día se puede recurrir a un embutido bajo en grasas, combinado con ensalada en un sándwich", apostilla su colega desde Granada, que insiste en no demonizar los bocadillos, siempre que sean un recurso esporádico.
A juicio de Ortega, que los niños coman de tartera no tiene por qué ser un elemento que incida negativamente en los índices de obesidad infantil; "eso dependerá de la cantidad y el tipo de alimentos que ingieran".
Mejor planificación de los menús
Eso sí, como han señalado otros colegas nutricionistas en estos primeros días de curso, es cierto que llevar la comida de casa obligará a muchas familias a una mejor planificación de sus menús y a una gran imaginación, para que los niños no coman todos los días lo mismo. "Los menús en los colegios suelen estar bien planificados, diseñados por especialistas, pero esto no puede condenar a las familias que no pueden pagar el comedor a que sus niños sean obesos", subraya.
"La clave va a estar en la imaginación del que cocina", concluye Martínez de Victoria.
Ortega y Martínez Victoria coinciden también en la importancia de una adecuada conservación de los alimentos, e insisten en que el tipo de menús dependerá de las condiciones de calentamiento que haya en cada colegio. "Ahora que llega el frío empiezan a apetecer platos más calentitos, como las sopas o las legumbres, pero esto dependerá de que el colegio disponga o no de microondas", explica la catedrática madrileña.
Maria Valerio | Madrid
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