sábado, 23 de febrero de 2013

EL CONSUMO DE TOMATE CONTRIBUYE A REDUCIR EL RIESGO DE CÁNCER DE PRÓSTATA

SEGÚN EL CÍRCULO DE BRAQUITERAPIA PROSTATICA 

El consumo de tomate con un alto contenido en vitamina E y licopeno contribuye a reducir el riesgo de cáncer de próstata, según informa el Círculo de Braquiterapia Prostatica, quien apuesta por seguir hábitos de vida saludables, entre los que se incluya la práctica regular de ejercicio físico y una dieta equilibrada, en la que haya un consumo abundante de frutas, verduras y hortalizas, en detrimento de carnes y grasas. Asimismo, existen otros factores que inciden en la probabilidad de que se padezca cáncer de próstata, como por ejemplo la edad. Precisamente, a partir de los 50 años, existe una mayor tendencia a que aparezca esta neoplasia. 

De este modo, a partir de esta edad, estos expertos recomiendan que los hombres vayan al urólogo como mínimo una vez al año para someterse a revisiones prostáticas para conseguir un diagnóstico temprano y para, en caso de padecer la enfermedad, contar con unas tasas de curación que ronde el 90 por ciento. La obesidad juega también un papel importante. Se estima que los varones obesos tienen el doble de riesgo a padecer cáncer de próstata frente a los que se encuentran en su peso ideal. Al margen de todos estos aspectos, es importante tener en cuenta la genética. Si un miembro directo de la familia lo ha tenido, existen probabilidades más altas de padecerlo. Por ello, cuando ha habido antecedentes familiares, lo ideal es empezar con las revisiones urológicas periódicas a los 45 años. 

BRAQUITERAPIA PROSTÁTICA 

Un diagnóstico precoz permite aplicar tratamientos poco invasivos como es la braquiterapia prostática, una técnica que minimiza los efectos secundarios habituales, tales como impotencia e incontinencia urinaria. De hecho, un estudio ha constatado que es el tratamiento que menos efectos secundarios provoca respecto a otros procedimientos, como la prostatectomía y radioterapia. En concreto, la braquiterapia consiste en la implantación de semillas radiactivas (Iodo-125) en el interior de la glándula, por lo que la radiación se concentra en el punto donde está el tumor y la incidencia sobre órganos sanos adyacentes (vejiga y recto) queda reducida al mínimo.
7 Feb. (EUROPA PRESS) 

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