PSIQUIATRÍA Depresión en menores.
Dos años sin que nadie sepa que están enfermos.
La falta de diagnóstico y tratamiento precoces agrava el pronóstico.
En 2020, será la primera causa de años de vida perdidos en los menores.
El suicidio entre los adolescentes está aumentando en todos los países.
Hay que volver a insistir. Los problemas psiquiátricos no son sólo cosa de adultos. Los niños también los sufren. Sus padres en muchas ocasiones lo desconocen. También, probablemente, sus pediatras. Pero la realidad es que están enfermos. Hasta un 5% de los menores españoles padece depresión, pero tardan meses, incluso una media de entre dos y tres años en recibir un diagnóstico y, por tanto, tratamiento.
Las consecuencias de este infradiagnóstico, según Celso Arango, jefe de Sección de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid y director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), son dramáticas.
Tal y como ha puesto de manifiesto durante el IX Seminario Lundbeck 'Sumidos en la tristeza a cualquier edad', que se ha celebrado en Ibiza: "El tiempo que pierde un menor por culpa de padecer depresión es irrecuperable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que en 2020 la enfermedad será la primera causa de años de vida perdidos en niños. Además, tiene un gran impacto a nivel académico, en su crecimiento y desarrollo personal, en sus relaciones interpersonales y familiares".
Todo sin mencionar que "el pronóstico de la patología depende de la intervención temprana". En esta última también se sustenta la posibilidad de reducir el número de suicidios. Porque la depresión es el principal factor de riesgo. "Sólo en EEUU cada año dos millones de adolescentes intentan quitarse la vida. El suicidio es ya la segunda causa de muerte en este grupo de edad, por detrás de los accidentes de tráfico", insiste el psiquiatra del Gregorio Marañón.
Suicidios
De hecho, "en la unidad de adolescentes de nuestro centro, entre el 30% y el 35% de los ingresos hospitalarios es por trastornos afectivos y se producen entre 70 y 80 casos anuales de ingreso por intento de suicidio o ideación suicida", agrega.
Precisamente, y dado el impacto del suicidio en la población adolescente española, la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNyA) acaba de conceder la I edición del concurso Beca de Investigación, a un proyecto que tiene cómo finalidad explorar en los posibles factores de riesgo de la conducta suicida en los jóvenes de entre 11 y 17 años.
Juan José Carballo, psiquiatra infanto-juvenil en la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), es uno de los expertos que va a llevar a cabo este ensayo. "Vamos a intentar conocer mejor aquellos factores demográficos y clínicos de nuestro medio que pudieran predecir la aparición de ideación suicida, conducta suicida y conducta autolesiva durante los 6 meses de seguimiento de los pacientes, así como explorar la relación entre la adherencia al tratamiento y la persistencia de la ideación suicida. Todo ello facilitará la posibilidad de reconocer grupos de alto riesgo que requirieran planes de intervención específicos", declara a ELMUNDO.es
Las señales
La razón por la que los menores están viviendo en silencio la depresión y sus consecuencias está en que las señales de alerta que delatan su existencia se desconocen o son mal interpretadas. También porque los pequeños tienen una menor capacidad para comunicar sus emociones o pensamientos negativos. "En los niños, lo atípico es la regla. Ellos no manifiestan melancolía, ni tristeza... Se vuelven irritables, impulsivos. Las manifestaciones de la enfermedad van cambiando según el desarrollo evolutivo del pequeño", indica Celso Arango.
Así, en los menores de siete años el síntoma más frecuente es la ansiedad. Es común que, en ellos, la enfermedad se asocie con trastornos de ansiedad, como la fobias escolares y los trastornos de eliminación [encopresis (pérdida de heces) y enuresis (de orina)]. Es corriente también que manifiesten rabietas, llanto inmotivado, quejas somáticas (dolor de cabeza, abdominal), pérdida de interés por los juegos habituales, cansancio excesivo o, por el contrario, aumento de la actividad motora.
Desde los siete a los 10 años, aproximadamente, la depresión 'cobra otras formas': disminución del rendimiento escolar, trastornos de conducta, agresividad, sensación frecuente de aburrimiento, trastornos del sueño, disminución del apetito, baja autoestima y dolores somáticos, entre otros. A estas edades, y en ocasiones surgen las ideas de suicidio.
El abuso de alcohol o sustancias, el mal humor, la inquietud, el aislamiento, la falta de cuidado en el aseo personal, los sentimientos de no ser aceptado o la baja autoestima caracterizan la patología a lo largo de la adolescencia. "Un 70% de los niños y los adolescentes con trastornos depresivos no ha sido diagnosticado correctamente, ni recibe el tratamiento adecuado, debido a que, como hemos mencionado anteriormente, los síntomas difieren de los de los adultos, también existe una mayor dificultad para identificar como depresión lo que les ocurre y, además, por la falta de formación de los profesionales sanitarios".
Tanto para este especialista como para la doctora Rosa Catalán, coordinadora de Calidad y Seguridad Clínica del Instituto Clínico de Neurociencias del Hospital Clínico de Barcelona, "el diagnóstico precoz de la depresión en todas las edades ayudaría a la prevención y ahorraría millones de euros al sistema sanitario".
La realidad, sin embargo, es bien distinta porque "España sólo dedica un 5% de sus recursos sanitarios a la enfermedad mental, situándose por debajo de la media de la Unión Europea, que está en el 13%", resalta Arango. Sin que se valore que "el 70% de los trastornos psiquiátricos se inicia antes de los 18 años".
Patricia Matey Madrid
Dos años sin que nadie sepa que están enfermos.
La falta de diagnóstico y tratamiento precoces agrava el pronóstico.
En 2020, será la primera causa de años de vida perdidos en los menores.
El suicidio entre los adolescentes está aumentando en todos los países.
Hay que volver a insistir. Los problemas psiquiátricos no son sólo cosa de adultos. Los niños también los sufren. Sus padres en muchas ocasiones lo desconocen. También, probablemente, sus pediatras. Pero la realidad es que están enfermos. Hasta un 5% de los menores españoles padece depresión, pero tardan meses, incluso una media de entre dos y tres años en recibir un diagnóstico y, por tanto, tratamiento.
Las consecuencias de este infradiagnóstico, según Celso Arango, jefe de Sección de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid y director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), son dramáticas.
Tal y como ha puesto de manifiesto durante el IX Seminario Lundbeck 'Sumidos en la tristeza a cualquier edad', que se ha celebrado en Ibiza: "El tiempo que pierde un menor por culpa de padecer depresión es irrecuperable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que en 2020 la enfermedad será la primera causa de años de vida perdidos en niños. Además, tiene un gran impacto a nivel académico, en su crecimiento y desarrollo personal, en sus relaciones interpersonales y familiares".
Todo sin mencionar que "el pronóstico de la patología depende de la intervención temprana". En esta última también se sustenta la posibilidad de reducir el número de suicidios. Porque la depresión es el principal factor de riesgo. "Sólo en EEUU cada año dos millones de adolescentes intentan quitarse la vida. El suicidio es ya la segunda causa de muerte en este grupo de edad, por detrás de los accidentes de tráfico", insiste el psiquiatra del Gregorio Marañón.
Suicidios
De hecho, "en la unidad de adolescentes de nuestro centro, entre el 30% y el 35% de los ingresos hospitalarios es por trastornos afectivos y se producen entre 70 y 80 casos anuales de ingreso por intento de suicidio o ideación suicida", agrega.
Precisamente, y dado el impacto del suicidio en la población adolescente española, la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNyA) acaba de conceder la I edición del concurso Beca de Investigación, a un proyecto que tiene cómo finalidad explorar en los posibles factores de riesgo de la conducta suicida en los jóvenes de entre 11 y 17 años.
Juan José Carballo, psiquiatra infanto-juvenil en la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), es uno de los expertos que va a llevar a cabo este ensayo. "Vamos a intentar conocer mejor aquellos factores demográficos y clínicos de nuestro medio que pudieran predecir la aparición de ideación suicida, conducta suicida y conducta autolesiva durante los 6 meses de seguimiento de los pacientes, así como explorar la relación entre la adherencia al tratamiento y la persistencia de la ideación suicida. Todo ello facilitará la posibilidad de reconocer grupos de alto riesgo que requirieran planes de intervención específicos", declara a ELMUNDO.es
Las señales
La razón por la que los menores están viviendo en silencio la depresión y sus consecuencias está en que las señales de alerta que delatan su existencia se desconocen o son mal interpretadas. También porque los pequeños tienen una menor capacidad para comunicar sus emociones o pensamientos negativos. "En los niños, lo atípico es la regla. Ellos no manifiestan melancolía, ni tristeza... Se vuelven irritables, impulsivos. Las manifestaciones de la enfermedad van cambiando según el desarrollo evolutivo del pequeño", indica Celso Arango.
Así, en los menores de siete años el síntoma más frecuente es la ansiedad. Es común que, en ellos, la enfermedad se asocie con trastornos de ansiedad, como la fobias escolares y los trastornos de eliminación [encopresis (pérdida de heces) y enuresis (de orina)]. Es corriente también que manifiesten rabietas, llanto inmotivado, quejas somáticas (dolor de cabeza, abdominal), pérdida de interés por los juegos habituales, cansancio excesivo o, por el contrario, aumento de la actividad motora.
Desde los siete a los 10 años, aproximadamente, la depresión 'cobra otras formas': disminución del rendimiento escolar, trastornos de conducta, agresividad, sensación frecuente de aburrimiento, trastornos del sueño, disminución del apetito, baja autoestima y dolores somáticos, entre otros. A estas edades, y en ocasiones surgen las ideas de suicidio.
El abuso de alcohol o sustancias, el mal humor, la inquietud, el aislamiento, la falta de cuidado en el aseo personal, los sentimientos de no ser aceptado o la baja autoestima caracterizan la patología a lo largo de la adolescencia. "Un 70% de los niños y los adolescentes con trastornos depresivos no ha sido diagnosticado correctamente, ni recibe el tratamiento adecuado, debido a que, como hemos mencionado anteriormente, los síntomas difieren de los de los adultos, también existe una mayor dificultad para identificar como depresión lo que les ocurre y, además, por la falta de formación de los profesionales sanitarios".
Tanto para este especialista como para la doctora Rosa Catalán, coordinadora de Calidad y Seguridad Clínica del Instituto Clínico de Neurociencias del Hospital Clínico de Barcelona, "el diagnóstico precoz de la depresión en todas las edades ayudaría a la prevención y ahorraría millones de euros al sistema sanitario".
La realidad, sin embargo, es bien distinta porque "España sólo dedica un 5% de sus recursos sanitarios a la enfermedad mental, situándose por debajo de la media de la Unión Europea, que está en el 13%", resalta Arango. Sin que se valore que "el 70% de los trastornos psiquiátricos se inicia antes de los 18 años".
Patricia Matey Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, se respetuoso.
Gracias