INVESTIGACIÓN Nuevos datos
Daños neurológicos, problemas psiquiátricos, perforación del tabique nasal... Algunas de las consecuencias del consumo habitual de cocaína son muy conocidas. Todos hemos visto alguna referencia a ellas en alguna película o campaña de concienciación. Otras, sin embargo, permanecen más ocultas para la opinión pública. Es el caso de los trastornos de corazón, un grave problema que se deriva directamente del consumo de esta droga y que, además, puede pasar desapercibido hasta que ya es demasiado tarde.
Una investigación publicada esta semana en la revista 'Heart' confirma hasta qué punto la cocaína puede afectar al corazón de los adictos sin dar signos de alerta.
A través de resonancia magnética, los autores de este trabajo –de la Fondazione G. Monasterio (Pisa, Italia)- han demostrado que un alto porcentaje de cocainómanos presenta serios daños estructurales en el corazón de forma completamente asintomática.
La investigación
Varios estudios previos habían señalado que esta sustancia podría estar detrás del 3% de las muertes súbitas y de hasta el 25% de los infartos no fatales en personas menores de 45 años, aunque muchos trabajos se basaban en datos de autopsias o pruebas realizadas tras los ataques.
El objetivo de este equipo italiano era, precisamente, adelantarse al problema y ver si es posible evaluar la prevalencia, características e impacto de los daños en el corazón provocados por la cocaína en personas sin un diagnóstico de enfermedad cardiaca.
Para ello, analizaron el caso de 30 cocainómanos de larga duración que habían acudido a un centro de rehabilitación. La media de edad era de 37 años y 25 de ellos eran varones. Además, uno de cada cinco tenía hepatitis C o VIH y casi la mitad había reconocido consumir habitualmente otras sustancias, como opiáceos, heroína o alcohol.
A través de una batería de pruebas –que incluían análisis de sangre, electrocardiograma, pruebas de esfuerzo y resonancia magnética para comprobar el estado del corazón-, los investigadores comprobaron que un 83% de la muestra presentaba daños estructurales en el corazón.
Sobre todo gracias a las pruebas de imagen, pudieron comprobar que casi la mitad sufría edemas y hasta un 73% había desarrollado anomalías en el músculo cardiaco –que se conocen como fibrosis y que podrían ser resultado de ataques al corazón "silenciosos"-.
Este último trastorno "es irreversible", remarcan los autores de la investigación, que reclaman estudios más amplios al respecto para ratificar sus conclusiones y saber hasta qué punto puede haber influido en sus conclusiones el hecho de que muchos individuos fueran policonsumidores de drogas.
En cualquier caso, señalan que esta gran prevalencia de daño cardiaco en adictos a la cocaína que no presentan síntomas podría señalar la necesidad de realizar pruebas a las personas que llevan mucho tiempo consumiendo, independientemente de su estado de salud.
A corto plazo
De todas maneras, la cocaína no sólo perjudica al corazón de las personas que llevan mucho tiempo consumiéndola. Según un estudio realizado recientemente en el Hospital Clínic de Barcelona, esta droga también podría acarrear graves consecuencias para quienes la consumen de manera ocasional o, incluso, en un momento puntual.
Después de realizar un seguimiento a las 1.200 personas que, durante un año, acudieron al servicio de Urgencias del centro médico con un dolor torácico, los investigadores comprobaron que 63 de ellas habían consumido cocaína. En ellos, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio "era cuatro veces superior", tal y como explica a ELMUNDO.es Xavier Bosch, director de la Unidad Coronaria del Hospital Clínic y principal autor de la investigación.
Esto se debe a que, entre otras cosas, la cocaína provoca una contracción de las arterias coronarias y un aumento de la coagulación, dos factores que, en conjunto, pueden provocar una falta de riego sanguíneo al corazón.
En ese sentido, remarca Bosch, es fundamental preguntar por el consumo de estupefacientes cuando un paciente -sobre todo si es joven- llega a Urgencias con un dolor torácico.
"Es un factor de riesgo que suele pasar desapercibido, pero puede resultar clave para actuar", subraya.
Según explica, si el dolor torácico se debe al consumo de cocaína, es muy útil el empleo de un vasodilatador, un fármaco que no se emplea para tratar una isquemia originada por otras causas.
Cristina G. Lucio Madrid¡
Daños neurológicos, problemas psiquiátricos, perforación del tabique nasal... Algunas de las consecuencias del consumo habitual de cocaína son muy conocidas. Todos hemos visto alguna referencia a ellas en alguna película o campaña de concienciación. Otras, sin embargo, permanecen más ocultas para la opinión pública. Es el caso de los trastornos de corazón, un grave problema que se deriva directamente del consumo de esta droga y que, además, puede pasar desapercibido hasta que ya es demasiado tarde.
Una investigación publicada esta semana en la revista 'Heart' confirma hasta qué punto la cocaína puede afectar al corazón de los adictos sin dar signos de alerta.
A través de resonancia magnética, los autores de este trabajo –de la Fondazione G. Monasterio (Pisa, Italia)- han demostrado que un alto porcentaje de cocainómanos presenta serios daños estructurales en el corazón de forma completamente asintomática.
La investigación
Varios estudios previos habían señalado que esta sustancia podría estar detrás del 3% de las muertes súbitas y de hasta el 25% de los infartos no fatales en personas menores de 45 años, aunque muchos trabajos se basaban en datos de autopsias o pruebas realizadas tras los ataques.
El objetivo de este equipo italiano era, precisamente, adelantarse al problema y ver si es posible evaluar la prevalencia, características e impacto de los daños en el corazón provocados por la cocaína en personas sin un diagnóstico de enfermedad cardiaca.
Para ello, analizaron el caso de 30 cocainómanos de larga duración que habían acudido a un centro de rehabilitación. La media de edad era de 37 años y 25 de ellos eran varones. Además, uno de cada cinco tenía hepatitis C o VIH y casi la mitad había reconocido consumir habitualmente otras sustancias, como opiáceos, heroína o alcohol.
A través de una batería de pruebas –que incluían análisis de sangre, electrocardiograma, pruebas de esfuerzo y resonancia magnética para comprobar el estado del corazón-, los investigadores comprobaron que un 83% de la muestra presentaba daños estructurales en el corazón.
Sobre todo gracias a las pruebas de imagen, pudieron comprobar que casi la mitad sufría edemas y hasta un 73% había desarrollado anomalías en el músculo cardiaco –que se conocen como fibrosis y que podrían ser resultado de ataques al corazón "silenciosos"-.
Este último trastorno "es irreversible", remarcan los autores de la investigación, que reclaman estudios más amplios al respecto para ratificar sus conclusiones y saber hasta qué punto puede haber influido en sus conclusiones el hecho de que muchos individuos fueran policonsumidores de drogas.
En cualquier caso, señalan que esta gran prevalencia de daño cardiaco en adictos a la cocaína que no presentan síntomas podría señalar la necesidad de realizar pruebas a las personas que llevan mucho tiempo consumiendo, independientemente de su estado de salud.
A corto plazo
De todas maneras, la cocaína no sólo perjudica al corazón de las personas que llevan mucho tiempo consumiéndola. Según un estudio realizado recientemente en el Hospital Clínic de Barcelona, esta droga también podría acarrear graves consecuencias para quienes la consumen de manera ocasional o, incluso, en un momento puntual.
Después de realizar un seguimiento a las 1.200 personas que, durante un año, acudieron al servicio de Urgencias del centro médico con un dolor torácico, los investigadores comprobaron que 63 de ellas habían consumido cocaína. En ellos, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio "era cuatro veces superior", tal y como explica a ELMUNDO.es Xavier Bosch, director de la Unidad Coronaria del Hospital Clínic y principal autor de la investigación.
Esto se debe a que, entre otras cosas, la cocaína provoca una contracción de las arterias coronarias y un aumento de la coagulación, dos factores que, en conjunto, pueden provocar una falta de riego sanguíneo al corazón.
En ese sentido, remarca Bosch, es fundamental preguntar por el consumo de estupefacientes cuando un paciente -sobre todo si es joven- llega a Urgencias con un dolor torácico.
"Es un factor de riesgo que suele pasar desapercibido, pero puede resultar clave para actuar", subraya.
Según explica, si el dolor torácico se debe al consumo de cocaína, es muy útil el empleo de un vasodilatador, un fármaco que no se emplea para tratar una isquemia originada por otras causas.
Cristina G. Lucio Madrid¡
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