Los docentes
innovadores apuestan por nuevas metodologías en las que la motivación de los
alumnos vertebra el programa
Noelia Cebrián imparte clases a niños de Infantil en el colegio La Purísima
de Zaragoza. Sus alumnos tienen una particularidad: son sordos. “Aquí aprender
a pronunciar una sola palabra es un reto”, apunta. Cebrián es una apasionada de
la tecnología y la ha llevado al aula a través de varios robots. “Son niños
hechos al fracaso; el robot les ayuda a equivocarse y repetir una y otra vez
casi sin darse cuenta porque están pendientes del juego”, explica. La
tecnología es una de las herramientas que los docentes más innovadores de
España utilizan en sus aulas, pero acuden a otras muchas como la neurociencia,
el cine e incluso la magia. Su objetivo es superar un sistema tradicional
lacónico que no siempre logra el éxito académico de sus alumnos y que además
descuida los aspectos emocionales y de valores.
A través de actividades sencillas de programación Cebrián consigue que sus
alumnos practiquen los ejercicios de logopedia. “Para lograr que el robot se
mueva tienen que decir correctamente la palabra ‘derecha’, ‘izquierda’, algo
que a nosotros nos parece muy sencillo pero que para ellos es mucho”,
ejemplifica. Los niños repiten una y otra vez las palabras hasta que ven al
autómata moverse. Comenzó con un robot y ahora ya tiene dos.
Con su ímpetu ha logrado que otros profesores también se interesen por su
metodología, aunque reconoce que al principio le costó que algunos la
entendiesen. “He sufrido mucho, hay gente que no quiere cambiar, pero el robot
es solo un complemento, hay que adaptar la tecnología a nuestros objetivos
académicos; tenemos que darnos cuenta de que esto engancha a los niños, así que
nosotros también tenemos que hacerlo”, considera. Su esfuerzo le ha merecido
premios como el de Mejor Proyecto TIC Educación Inclusiva, Igualdad y
Diversidad de Simo Educación, el salón de tecnologías de la enseñanza.
La motivación es la gran ausente tanto
en alumnos como en profesores, según consideran docentes como Luz Beloso, que
imparte Artes Plásticas en el IES As Barxas de Moaña (Pontevedra). A ella le
tocó hace unos años una clase de cinco alumnos que ni siquiera se hablaban
entre ellos. “Lo voy a tener complicado”, dice que pensó. Así que, inspirada
por el Club de los
cinco, película en la que un grupo de chicos
dispares acaba haciéndose amigo, arrancó un proyecto de equipo. Les propuso
hacer una filmación que acabó siendo un largometraje de 50 minutos en el que
“trabajando codo con codo” involucraron incluso a otros alumnos y profesores.
Desde entonces Beloso, nominada a Mejor Docente de España, premio de la
plataforma Educa, cosecha una
ristra de galardones por diferentes proyectos audiovisuales
que, explica, ha llevado a cabo gracias al apoyo de su centro y a la voluntad
del alumnado. A través del cine tratan temas de gran impacto social, como los
trastornos alimenticios, la violencia de género o el síndrome de Asperger.
Además de trabajar procesos cinematográficos y plásticos, buscan el
asesoramiento de expertos. Este trabajo ha eclosionado en la productora
Caranguexo Films, dentro del programa
didáctico que han llamado Superhéroes y superheroínas, premio a la
Educación Innovativa de Simo en 2016. “Los chicos trabajan muchísimo porque es
un proyecto de ellos, les ilusiona, son los protagonistas de su aprendizaje,
que se convierte en algo memorable”, enfatiza. Remarca que de esta manera es
"imposible" olvidar una lección.
Chema Lázaro, premio Nacional de
Educación en 2013, sabe mucho de emocionar
para aprender. Cuenta que un día un alumno de primaria le dijo:
“Tú me caes muy bien, pero tus clases son una mierda”. Eso le hizo replantearse
qué estaba haciendo como docente y comenzó un camino que le llevó hasta la
neurociencia. Lázaro descubrió que no hay aprendizaje sin emoción y que por lo
tanto la clave es la estimulación del alumnado. Ha desarrollado un método
basado en la motivación, la conceptualización a través de actividades
sensoriales (como el baile, el audiovisual, etc.) y la gestión de la función
ejecutiva.
Este profesor dejó la escuela para compartir sus conocimientos como docente
de neurodidáctica en la Universidad Rey Juan Carlos. Ahora trabaja en el
desarrollo de esta última función, la ejecutiva, pues ha percibido que
cuando falta la motivación extrínseca, los chicos se desmoronan rápido.
"Es importante desarrollar su perseverancia, donde radica la clave del
éxito”, incide. Uno de los ejercicios que refuerza esta área es tan sencillo
como preguntarles a los alumnos al final de la lección qué han aprendido, para
qué les ha servido, en qué otro campo lo podrían emplear y cómo se han sentido.
Xuxo Ruiz, que acaba de
ser nominado al Global Teacher Prize imparte clases en el
colegio de San Sebastián de Albaida del Aljarafe. Él tiene un truco para captar
la atención del alumnado: la magia. Comenzó hace 20 años a introducirla en
clase para llamar la atención de los niños, pero se dio cuenta de que podía
servir para mucho más, desde explicarles las matemáticas hasta resolver un conflicto:
"Por ejemplo, a los niños les cuesta mucho pedir perdón, cuando dos se
pelean les cuento una historia de dos amigos unidos por una cuerda que se
enfadan y esta se rompe, pero si se piden perdón se vuelve a unir, y así la
cuerda que antes estaba rota aparece como al principio”.
Podría parecer que el aspecto académico queda descuidado con este tipo de
iniciativas que también atienden lo emocional y motivacional, pero en ningún
caso. El profesor Tristán González, del colegio Los Olivos de Las Rozas (Madrid)
lo certifica con las notas de sus alumnos: de 6 sobresalientes pasó a 15 en
solo un trimestre tras gamificar
sus clases. González asegura que crear fórmulas donde el aprendizaje
se convierte en un juego "es infalible con los niños de Primaria". El
profesor empezó implementando un proyecto de Educación Física basado en la
película Star Wars en el que los niños trabajaban por objetivos. Al año siguiente, en
Matemáticas, organizó una escalada al Everest en la que iban adquiriendo
conocimientos según seguían el
ascenso de Alex Txikon, al que incluso le enviaban vídeos de apoyo.
González recuerda que “era una locura, porque querían hasta quedarse en el
recreo a hacer Matemáticas y pedían deberes".
Este año ha elegido la temática de los superhéroes para organizar clases de
Educación Física en las que se tienen en cuenta hasta los hábitos alimentarios.
El plan consiste en ir superando unos retos, que incluyen una merienda
saludable para el recreo. Según se van cumpliendo, obtienen una recompensa que
les permite ganar un superhéroe (una ficha coloreable). “Lo bueno de esto es
que incluso aquellos niños que tienen menos aptitudes para el deporte y que no
querían venir a clase han dado el 120%”, exclama. El último día del trimestre
lo celebraron todos vestidos de superhéroes.
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