Mara es de Nueva York y me decía que para que mi hija aprendiera inglés, lo mejor que podía hacer era ponerle los dibujos animados en versión original. Lo tomé al pie de la letra. Y un día, me senté en el sofá con la pequeña, que estaba viendo Doraemon, y me sorprendí. "Qué mal tengo el inglés, debería hablarlo con más frecuencia", pensé. Hasta que me di cuenta de que mi hija, la pobre, estaba viendo los dibujos en versión original... en ¡japonés! (Aunque seguro que a ella le sonaba igual una cosa y otra)
El inglés. Ay. Una de las obsesiones de una generación que vio cómo ese idioma entraba en sus aulas pero no en sus cabezas. Años de estudio para que el día que te toca entrevistar a alguien en inglés te tiemblen las piernas, para cantar canciones sin saber lo que dicen, para tener que ir a ver las películas dobladas... Años de estudio para que el día que te toca hablar en inglés en Eurovisión digas 'oit poins', en lugar de 'eight points'.
Para que todo eso no suceda, para que no se repita en los niños que ahora crecen, las academias que enseñan inglés desde pequeños proliferan por nuestra geografía. Pero, ¿cuál es el mejor método? Empezar lo más pronto posible es lo mejor. ¿Podemos buscar alguna pista?
Repetir. La repetición es fundamental en el modo de aprendizaje de los niños. Hacen algo decenas (o cientos... ¡ o miles!) de veces hasta que lo aprenden, por lo que en el idioma es lo mismo. Es mejor que aprenda pocas cosas pero de manera correcta. Y jamás saturarle con demasiada información.
Juego. El inglés no debe ser una asignatura más, debe formar parte de lo cotidiano, de lo agradable. Y eso, para un niño, es el juego.
Sensaciones. Si el niño es todavía un bebé, debemos enseñarle los conceptos a base de estímulos, relacionando objetos con palabras. Los gestos y el cariño sirven para que los conceptos entren más fácilmente.
http://www.elmundo.es/yodona/2014/05/15/53749a0be2704e057d8b4571.html¿
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