CARDIOLOGÍA En EEUU
La enfermedad cardiovascular es silenciosa. Avanza sin avisar y se hace fuerte bajo una apariencia de normalidad. Por eso, en muchas ocasiones, cuando el mal da la cara -por ejemplo en forma de infarto- ya es demasiado tarde.
Aunque ya existen numerosas pistas que ayudan a averiguar las posibilidades que tiene una persona de padecer un problema de corazón, identificar correctamente a aquellos que tienen un riesgo más elevado sigue siendo un desafío para la medicina.
Con el objetivo de superar este reto, la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología, los principales organismos de cardiología en EEUU, han editado nuevas guías de práctica clínica que pretenden ayudar a los médicos de atención primaria a detectar a los pacientes con más papeletas para sufrir una enfermedad cardiovascular grave.
Estas recomendaciones siguen basándose en la evaluación de las cifras de colesterol, tensión arterial o glucosa y en el análisis de la dieta, la actividad física o los hábitos tabáquicos del paciente. Pero permiten afinar e individualizar mejor los estudios, ya que tienen en cuenta variables que, hasta ahora, no se consideraban.
Por ejemplo, las nuevas guías proporcionan fórmulas específicas para predecir el riesgo en función del sexo del paciente o de su origen étnico. Además, también permiten realizar una estimación a largo plazo y, como punto importante, también incluyen el infarto cerebral en la lista de problemas a tener en cuenta.
Por otro lado, también establecen nuevos criterios en el manejo de los factores de riesgo, como el colesterol. Según las nuevas recomendaciones estadounidenses, quienes necesiten un tratamiento con estatinas ya no deberán perseguir a toda costa bajar su colesterol hasta una determinada cifra.
Eso sí, los nuevos criterios amplían los criterios para indicar una medicación específica para el colesterol.
"Las enfermedades cardiovasculares provocadas por la aterosclerosis siguen siendo la primera causa de muerte y una de las principales causas de discapacidad, además de una gran fuente de costes sanitarios", ha señalado Donald M. Lloyd-Jones, especialista en Medicina Preventiva de la Universidad Northwestern de Chicago (EEUU) y uno de los firmantes de las nuevas guías. "Debemos mejorar la prevención. Y eso significa ser más inteligente en nuestra forma de determinar, por ejemplo, quién debe tomar medicación", ha añadido en una nota de prensa distribuida por el Colegio Americano de Cardiología.
En Europa
Las nuevas guías publicadas por los estadounidenses se aproximan a las editadas también recientemente por la Sociedad Europea de Cardiología, que ya fijaban diferencias claras en función de la procedencia del paciente (el riesgo es mayor en el Norte de Europa que en los países más meridionales) o de su género.
"En Europa y EEUU se utilizan diferentes fórmulas de cálculo, pero en conjunto toda esta nueva información nos va a permitir realizar cálculos más detallados, ajustarnos a las poblaciones y contar con una información más amplia", señala Luis Rodríguez Padial, vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Las guías son muy útiles, subraya el cardiólogo, ya que, a veces, en la consulta el especialista tiende a subestimar el riesgo real del paciente. "Al utilizar las tablas, vemos que el riesgo real es má alto del que habíamos supuesto y eso ayuda a fijar las recomendaciones", apunta.
Uno de los puntos en los que hacen hincapié tanto las nuevas recomendaciones estadounidenses como las europeas es la importancia de fomentar la prevención, lo que hace referencia fundamentalmente a los cambios en los hábitos de vida.
"Muchos pacientes aceptan mejor la medicación que hacer cambios en su estilo de vida, por eso es fundamental desarrollar estrategias de fomento y seguimiento cuando se indica la necesidad de hacer ejercicio o llevar una dieta distinta", comenta Rodríguez Padial.
"Es muy importante adoptar medidas de prevención. Cualquier esfuerzo en este sentido va a redundar en beneficios para la sociedad", sostiene.
Colesterol
Junto a las guías de evaluación, los cardiólogos también han publicado nuevas guías que rediseñan el manejo de algunos factores de riesgo, como la obesidad o el colesterol.
Estas recomendaciones también remarcan especialmente la importancia de tratar los hábitos de vida en la consulta como ya se abordan otros problemas.
Llama especialmente la atención que, en el caso del colesterol, las nuevas recomendaciones establecen que los pacientes en tratamiento con estatinas ya no necesitan conseguir que sus cifras de LDL (también llamado colesterol malo) alcancen una determinada cifra, como ocurría hasta ahora.
Según las guías estadounidenses vigentes hasta el momento, las personas a las que se le indicaba un tratamiento con estatinas -por ejemplo, aquellos que ya habían tenido un infarto o presentaban altas cifras de colesterol, debían conseguir que sus cifras de LDL se redujesen a 70, algo que ya no se requerirá.
Las nuevas indicaciones aconsejan que inicien una terapia con estatinas las personas que ya han tenido algún problema cardiovascular, aquellos que presentan factores de riesgo como la diabetes tipo 2 y tengan entre 40 y 75 años, los pacientes que tengan un riesgo estimado de 7,5 o aquellos que presenten unas cifras de LDL superiores a 190. Estos nuevos criterios podrían hacer que se eleve significativamente el número de personas en tratamiento con estatinas.
"Los nuevos consejos establecen que no hay que perseguir un objetivo de colesterol y, además, que no hay que asociar otros fármacos a las estatinas, como se venía haciendo, para conseguir reducir el colesterol", señala Rodríguez Padial, quien duda de que esto vaya a llevarse a cabo.
"Muchos pacientes no responden bien a las estatinas y es necesario utilizar otro tipo de medicación", indica.
G. LUCIOMadrid
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