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domingo, 31 de marzo de 2013

LA CREATIVIDAD UN DON AL ALCANCE DE TODOS

Un tipo de porte atlético y de sonrisa amistosa apareció en el estadio de River Plate cuando el equipo entrenaba para enfrentarse con Almirante Brown. En ese partido definiría si el club con más trayectoria en el deporte argentino volvía a Primera División tras haber permanecido un años en Liga B. Los jugadores se movían con pesadez por la chancha, como si la presión psicológica los aplastara. Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular; especializado en las funciones del cerebro e hincha del club, asumió la tarea de enseñarles a manejar el estrés de modo que pudieran desplegar su creatividad en el crucial encuentro. 

El tratamiento superó todas las expectativas: River venció a su rival por 2 a 0. Hasta hace poco, se pensaba en la creatividad como en un atributo propio de artistas o escritores. Hoy las grandes empresas contratan a expertos como Bachrach para ejercitar la musculatura creativa de sus trabajadores. La innovación es un recurso indispensable para competir en los mercados del siglo 21. Pero, ¿cómo se obtienen ese don tan apreciado y a la vez tan elusivo? En su libro 'Ágilmente' (juego de las palabras ágil y mente) Bachrach, de 42 años, refuta en base a los últimos estudios de la neurociencia, el dogma de que el aprendizaje y sobre todo la imaginación –materia prima de la creatividad- son capacidades que desaparecen con los años. "Hoy sabemos que si no ha sufrido una lesión grave, el cerebro es capaz de regenerarse. 

Pero la reactivación de las funciones que han estado adormecidas no se consigue por arte de magia ni con fármacos. Requiere un esfuerzo sostenido y consciente de nuestra parte", declara el autor del best –seller que dentro de poco saldrá publicado en España. Inhibidores de creación A través de la lectura de esta obra divulgativa, con elementos del género de la autoayuda, aprendemos que la creatividad es el fruto de un proceso evolutivo que permitió al género humano adaptarse a los climas más severos y defenderse de los depredadores que la acechaban. La llevamos en los genes pero la escuela y a veces un entorno familiar desfavorable, inhiben la curiosidad y las geniales ocurrencias que observamos en los niños pequeños. 

"A partir de los seis años, se nos educa en los moldes del pensamiento analítico y lineal, dejando de lado la parte creativa. Enfrentamos los desafíos del mañana con las enseñanzas del ayer", dice Bachrach, quien enseñó e investigó durante cinco años en la Universidad de Harvard. El científico agrega que de adultos, el peso de las responsabilidades, la rutina y la pereza acentúan nuestro conformismo mental. "Si comparamos el cerebro con una ciudad, nuestros hábitos hacen que unas pocas avenidas –ciertos circuitos neuronales de uso frecuente- estén iluminadas la mayor parte del tiempo mientras que las demás permanecen a oscuras", dice Bachrach. El proceso creativo involucra a distintas áreas del cerebro. 

Comienza en el hemisferio derecho, durante el así llamado período de incubación, cuando las ideas se agitan en el inconsciente como el magma en el cráter de un volcán. Le sigue la etapa de revelación, en que el "insight" o iluminación se hace consciente en la corteza frontal, la parte más nueva de nuestro cerebro en términos evolutivos. En las tiras cómicas se representa ese momento como la bombilla que se enciende en la cabeza del inventor. Por último se suceden las etapas de evaluación y elaboración, cuando convertimos los bosquejos del hemisferio derecho en una obra terminada. 

Para nuestro interlocutor, el villano de la película es el estrés: el ruido emocional que se produce en la mente cuando estamos sobrecargados de problemas o de trabajo. "Entonces no queda espacio en el escenario de la corteza frontal para que aparezcan las ideas en bruto que se han gestado en el inconsciente, mientras dormíamos, paseábamos o lavábamos los platos" razona Bachrach. Es por eso que las empresas más innovadoras han remplazado la famosa "tormenta de cerebros" –esas reuniones competitivas en que los empleados deben estrujar el cerebro para aportar ideas- por espacios de quietud y actividades recreativas. Según Estanislao Bachrach, la creatividad no solo tiene fines prácticos. Pensar creativamente es la única forma de vivir nuestras vidas y no la de otros.
Ajubel Ramy Wurgaft | Buenos Aires 

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