Permitan que les recuerde seis enfermedades muy frecuentes que tienen un denominador común. Las podemos prevenir y tratar nosotros mismos. Aunque algo de ayuda médica vamos a necesitar, evitarlas o paliarlas dependerá sobre todo de uno mismo.
Son la hipertensión, la obesidad, la diabetes tipo 2, la osteoporosis, la depresión y la ansiedad. Incluso podríamos añadir otra más a lista, y muy importante: el cáncer.
Con los datos que ahora se conocen, estos siete jinetes del apocalipsis sanitario además de muerte y sufrimiento van a ser responsables de una carga económica difícil de asumir por casi todos los países del mundo. Los economistas opinan que la crisis económica que todavía sufrimos, surgida en Wall Street y producto del descontrol y la avaricia, será un juego de niños comparado con lo que se avecina si no cambiamos el panorama sanitario en el planeta.
Lo que, junto al tabaco, es el mayor factor de riesgo evitable que tenemos es algo que está muy generalizado: la vagancia. El sedentarismo es incompatible con la salud y el mover el esqueleto más allá de un paseíto diario es una obligación innegociable que deberían tener todos los ciudadanos.
La evidencia científica probando la excelencia del ejercicio físico de cierta intensidad y con frecuencia (seis o siete horas de caminata rápida a la semana) es ya abrumadora. El último ejemplo se publicó la semana pasada en una prestigiosa revista médica: el 'JAMA'. Un estudio controlado probaba cómo la combinación de dieta y ejercicio intenso mejoraba los factores de riesgo vascular de pacientes obesos, muy obesos.
Por otra parte, a día de hoy no hay píldora alguna que ayude de verdad a perder peso. Hay pocas posibilidades que exista algún día. Además, conviene desconfiar bastante de los remedios mágicos que se venden sin receta en farmacias o herboristerías. Todas las autoridades sanitarias del mundo deberían estar dándole vueltas a cómo fomentar el ejercicio físico. Si no conseguimos modificar los hábitos de vida de nuestra sociedad, dentro de pocos lustros tendremos un lastre de enfermedad y muerte insoportable que incluso dificultará mucho el progreso que todos anhelamos.
J. L. de la Serna J. Beneytez (vídeo) Madrid
Son la hipertensión, la obesidad, la diabetes tipo 2, la osteoporosis, la depresión y la ansiedad. Incluso podríamos añadir otra más a lista, y muy importante: el cáncer.
Con los datos que ahora se conocen, estos siete jinetes del apocalipsis sanitario además de muerte y sufrimiento van a ser responsables de una carga económica difícil de asumir por casi todos los países del mundo. Los economistas opinan que la crisis económica que todavía sufrimos, surgida en Wall Street y producto del descontrol y la avaricia, será un juego de niños comparado con lo que se avecina si no cambiamos el panorama sanitario en el planeta.
Lo que, junto al tabaco, es el mayor factor de riesgo evitable que tenemos es algo que está muy generalizado: la vagancia. El sedentarismo es incompatible con la salud y el mover el esqueleto más allá de un paseíto diario es una obligación innegociable que deberían tener todos los ciudadanos.
La evidencia científica probando la excelencia del ejercicio físico de cierta intensidad y con frecuencia (seis o siete horas de caminata rápida a la semana) es ya abrumadora. El último ejemplo se publicó la semana pasada en una prestigiosa revista médica: el 'JAMA'. Un estudio controlado probaba cómo la combinación de dieta y ejercicio intenso mejoraba los factores de riesgo vascular de pacientes obesos, muy obesos.
Por otra parte, a día de hoy no hay píldora alguna que ayude de verdad a perder peso. Hay pocas posibilidades que exista algún día. Además, conviene desconfiar bastante de los remedios mágicos que se venden sin receta en farmacias o herboristerías. Todas las autoridades sanitarias del mundo deberían estar dándole vueltas a cómo fomentar el ejercicio físico. Si no conseguimos modificar los hábitos de vida de nuestra sociedad, dentro de pocos lustros tendremos un lastre de enfermedad y muerte insoportable que incluso dificultará mucho el progreso que todos anhelamos.
J. L. de la Serna J. Beneytez (vídeo) Madrid
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