Fernando Fernán Gómez estaba completamente equivocado. O no se puso al día. Las bicicletas no son para el verano. Al menos cuando ya has cumplido los 14 y pretendes seguir los consejos saludables de la ministra Trinidad Jiménez para evitar soponcios practicando deporte. A las bicis les va la primavera y la red de vías verdes es su escenario preferido: rutas bien señalizadas, asfaltadas o con firme estable, sin tráfico y suaves desniveles. Todo un lujo para ciclistas sin pretensiones.
La red es un invento relativamente reciente en España, pero ya cuenta con 1.700 kilómetros. La idea es simple: aprovechar los trazados de los trenes de vía estrecha que se implantaron con la tardía revolución industrial ibérica para ofrecer paseos por entornos rurales bastante apetecibles.
En la Comunidad de Madrid la única vía verde que existe en la actualidad es la del Tajuña, un recorrido de 49 kilómetros que enlaza con el del tren de los 40 días y que forman juntos una vía de 63 kilómetros que van desde Arganda hasta Estremera, en el límite de Madrid con la provincia de Guadalajara.
Cualquier día entre semana, pero especialmente los sábados y los domingos, cientos de caminantes, patinadores y ciclistas salen a recorrer tramos de la vía del Tajuña. El tráfico más intenso, sin llegar a las aglomeraciones, se da en los cinco kilómetros próximos a los pueblos. En el resto, se trata de escuchar a los pájaros, contemplar los olivares y buscar los saltos inquietos de los conejos, que invaden la zona.
Un buen punto de partida es el inicio de la vía en Arganda, a unos 300 metros de la estación de Metro. Hay que ajustarse el casco y no olvidar la botella con agua, que no hay fuentes en el recorrido.
Desde aquí se inicia un ascenso suave hasta el alto de Morata, dominado por la presencia de una monstruosa cementera que fue la razón de la existencia hasta hace pocos años del tren de Arganda (que pita más que anda), según el dicho popular. Desde el alto se contempla el valle del Tajuña, una buena vista a unos 100 metros sobre el río, con Morata al fondo. Desde este pueblo el camino hasta Perales es una sucesión de pequeños toboganes poco exigentes. A la altura de Tielmes el mayor atractivo son las cuevas trogloditas, habitadas hasta finales del siglo XX. Nos cruzamos con patinadores que se inician, familias que marchan juntas sobre dos ruedas, ciclistas con mucho fondo y grupos de señoras que quedan para andar, de esas que tienen fans en Facebook. Hay de todo.
A partir de este punto ya se pierde el tono rosado del cemento que señala la vía ciclista e incluso hay que compartirla con los coches en un pequeño tramo.
En Carabaña se completan los 49 kilómetros de esta parte de la vía verde. El trazado original seguía hasta Alocén, en Guadalajara, y el tren se dedicaba a transportar remolacha de las vegas hasta la azucarera de La Poveda (Arganda). La estación de inicio estaba junto al actual Hospital del Niño Jesús, frente al Parque del Retiro.
Una opción es completar la jornada por la senda del tren de los 40 días, conocido por este nombre desde su construcción en plena Guerra Civil. El Gobierno republicano necesitaba garantizarse la comunicación ferroviaria con el Levante, fiel al gobierno constitucional, y tardó poco más de un mes en tender un trazado seguro. Aquí la vía es más agreste, pero todavía cómoda y con un sabor rural evidente.
La Comunidad de Madrid tiene otras dos sendas que aún no son vías verdes, pero están acondicionadas para bicicletas, las del río Alberche y la del Guadarrama.
Datos de interés
La red es un invento relativamente reciente en España, pero ya cuenta con 1.700 kilómetros. La idea es simple: aprovechar los trazados de los trenes de vía estrecha que se implantaron con la tardía revolución industrial ibérica para ofrecer paseos por entornos rurales bastante apetecibles.
En la Comunidad de Madrid la única vía verde que existe en la actualidad es la del Tajuña, un recorrido de 49 kilómetros que enlaza con el del tren de los 40 días y que forman juntos una vía de 63 kilómetros que van desde Arganda hasta Estremera, en el límite de Madrid con la provincia de Guadalajara.
Cualquier día entre semana, pero especialmente los sábados y los domingos, cientos de caminantes, patinadores y ciclistas salen a recorrer tramos de la vía del Tajuña. El tráfico más intenso, sin llegar a las aglomeraciones, se da en los cinco kilómetros próximos a los pueblos. En el resto, se trata de escuchar a los pájaros, contemplar los olivares y buscar los saltos inquietos de los conejos, que invaden la zona.
Un buen punto de partida es el inicio de la vía en Arganda, a unos 300 metros de la estación de Metro. Hay que ajustarse el casco y no olvidar la botella con agua, que no hay fuentes en el recorrido.
Desde aquí se inicia un ascenso suave hasta el alto de Morata, dominado por la presencia de una monstruosa cementera que fue la razón de la existencia hasta hace pocos años del tren de Arganda (que pita más que anda), según el dicho popular. Desde el alto se contempla el valle del Tajuña, una buena vista a unos 100 metros sobre el río, con Morata al fondo. Desde este pueblo el camino hasta Perales es una sucesión de pequeños toboganes poco exigentes. A la altura de Tielmes el mayor atractivo son las cuevas trogloditas, habitadas hasta finales del siglo XX. Nos cruzamos con patinadores que se inician, familias que marchan juntas sobre dos ruedas, ciclistas con mucho fondo y grupos de señoras que quedan para andar, de esas que tienen fans en Facebook. Hay de todo.
A partir de este punto ya se pierde el tono rosado del cemento que señala la vía ciclista e incluso hay que compartirla con los coches en un pequeño tramo.
En Carabaña se completan los 49 kilómetros de esta parte de la vía verde. El trazado original seguía hasta Alocén, en Guadalajara, y el tren se dedicaba a transportar remolacha de las vegas hasta la azucarera de La Poveda (Arganda). La estación de inicio estaba junto al actual Hospital del Niño Jesús, frente al Parque del Retiro.
Una opción es completar la jornada por la senda del tren de los 40 días, conocido por este nombre desde su construcción en plena Guerra Civil. El Gobierno republicano necesitaba garantizarse la comunicación ferroviaria con el Levante, fiel al gobierno constitucional, y tardó poco más de un mes en tender un trazado seguro. Aquí la vía es más agreste, pero todavía cómoda y con un sabor rural evidente.
La Comunidad de Madrid tiene otras dos sendas que aún no son vías verdes, pero están acondicionadas para bicicletas, las del río Alberche y la del Guadarrama.
Datos de interés
Cómo llegar: En Metro, Línea 9. Estación de La Poveda o de Arganda. Por carretera, A3, salida 22.
Aparcamiento: En Arganda no están bien señalizados, pero se puede aparcar muy cerca del inicio de la vía. En el resto de los pueblos, sin problema.
Imprescindible: agua. No hay fuentes por el camino, aunque sí bancos con alguna sombra en caso de que apriete el calor.
Atención: los escasos cruces con caminos rurales están bien señalizados. La vía no está iluminada, así que hay que prever la hora de regreso antes de que anochezca.
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