Juan Carlos Manrique-Segovia
Son ya muchos los mensajes contradictorios que se están lanzando a la opinión pública con respecto a la situación que se está viviendo. Por un lado, se transmite el grave problema que está surgiendo con la población infantil y juvenil, al publicar que los índices de obesidad suben de manera alarmante, que el tiempo de práctica física disminuye y que los índices de competencia motriz decaen. Pero por otro lado, se alardea de que nunca antes en España se consiguieron tantos éxitos deportivos en un gran número de especialidades. Entonces, ¿hay algún problema? Creemos que sí.
Las hazañas deportivas conseguidas por los nuestros son el fruto de una muy buena planificación del deporte de élite: creación de centros de alto rendimiento, ayudas privadas y públicas a los deportistas destacados, mejores instalaciones, mejor formación de los técnicos... Sin embargo, nos encontramos con que existe un desapego a la actividad física por parte de los que conforman la base de la pirámide deportiva. El hecho de buscar prontamente una especialización del joven en un deporte determinado está conllevando un desprecio por aquellos que no alcanzan los mínimos exigidos para poder competir. Precisamente son éstos los que nos marcan los problemas que hemos indicado en el primer párrafo.
¿Soluciones? Nuestra opinión está clara. No puede haber adhesión a la actividad física si no se promociona, y qué mejor lugar para hacerlo que desde el colegio. Muchos niños y niñas sólo hacen actividad física en las clases de Educación Física (EF), reducidas a 2-3 horas; por lo que habría que subir su número e incluirlas en el currículo de los planes de estudio. Pero además, las clases de EF deben estar conectadas con el tipo de deporte en edad escolar que se desarrolle. Es necesario que a estos profesores se les reconozca su labor de promoción de la actividad física y que se les valore su implicación en el deporte escolar (reducción de horas lectivas, créditos de formación, incentivos económicos...) para que nuestra juventud crezca sana, con buenos hábitos deportivos, interesada por buscar alternativas a sus gustos en actividad física; si no queremos que en un futuro la sociedad manifieste graves problemas físicos y de relaciones interpersonales, que con el deporte y el ejercicio físico se pueden solventar.
Las hazañas deportivas conseguidas por los nuestros son el fruto de una muy buena planificación del deporte de élite: creación de centros de alto rendimiento, ayudas privadas y públicas a los deportistas destacados, mejores instalaciones, mejor formación de los técnicos... Sin embargo, nos encontramos con que existe un desapego a la actividad física por parte de los que conforman la base de la pirámide deportiva. El hecho de buscar prontamente una especialización del joven en un deporte determinado está conllevando un desprecio por aquellos que no alcanzan los mínimos exigidos para poder competir. Precisamente son éstos los que nos marcan los problemas que hemos indicado en el primer párrafo.
¿Soluciones? Nuestra opinión está clara. No puede haber adhesión a la actividad física si no se promociona, y qué mejor lugar para hacerlo que desde el colegio. Muchos niños y niñas sólo hacen actividad física en las clases de Educación Física (EF), reducidas a 2-3 horas; por lo que habría que subir su número e incluirlas en el currículo de los planes de estudio. Pero además, las clases de EF deben estar conectadas con el tipo de deporte en edad escolar que se desarrolle. Es necesario que a estos profesores se les reconozca su labor de promoción de la actividad física y que se les valore su implicación en el deporte escolar (reducción de horas lectivas, créditos de formación, incentivos económicos...) para que nuestra juventud crezca sana, con buenos hábitos deportivos, interesada por buscar alternativas a sus gustos en actividad física; si no queremos que en un futuro la sociedad manifieste graves problemas físicos y de relaciones interpersonales, que con el deporte y el ejercicio físico se pueden solventar.
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